¡Oh!
hermano
que habitas
las
sombras
de la
estática piedra,
he
venido
a tu
obelisco
donde
aún se eleva
tu
hosca voz.
Somos
la estirpe
de la noche.
Desdeño
las palabras
porque
reniegan
de la
eternidad del viento.
Reniegan
del alba y del rocío,
del
agridulce canto
de los
cuervos.
Por eso
quisiera
revivir
contigo
los
antiguos rituales
del
verbo.
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