A
lo largo de este campo,
de
pisada en pisada,
la
errabunda silueta
encontró
su último resquicio.
Frente
al ocaso,
Tuvo
una reflexión plena
en
su diluida mirada:
"Cuán
hermoso ha sido mi
último
día", se murmuró a sí misma.
"Creí
que iba a desaparecer
una
vez agotados los soles,
pero
me espera la noche
que
no reclamará nada de mí,
a
pesar de no ofrecerle
más
que mi capricho
y
mi vacío".
* * *