domingo, 29 de noviembre de 2015

Si me niegas tus palabras


Aurelia, Dante Gabriel Rosetti.



No puedo recorrer el mundo sin ti,

Si me niegas tus palabras

Y si germina el dolor de tu ausencia.

Te llamo. Sabes que te adoro como quien adora

Al sol después de haber vivido en la caverna.

Nada en este mundo es para mí,

Si tus labios lejos hablan con otros labios,

Lejos de mí, una vez olvidado mi acento

Bañado de miel cuando pronunciaba tu nombre.

Maldigo al mundo, a ese impostor

Que se interpone.

El amor es un sentir terrible, despiadado.

¿Por qué amamos? ¿Por qué?

Si pudiera extirpar mi corazón y tirarlo en el baldío,

Si pudiera entregarme sólo a las madrugadas

Y a la seducción de una estrella perdida.

Me hiere no saber de ti,

Me hiere el que me niegues el mínimo signo.

Si pudieras amar, comprenderías que me hieres

De muerte cada vez que no respondes.


                                   *       *      *


martes, 11 de agosto de 2015

Entre el alfabeto y el silencio


Silueta de Hans Giébe en la portada 
de Evocación al Silencio (Paris, 2012).


   Escribir mi Evocación fue como tensar un arco entre el alfabeto y el silencio. Fue en Paris, por el mes de octubre del 2012 cuando empezó a llenarse de versos el desmesurado desierto de 70 páginas que construirían este poema de largo aliento. Uno solo, sin puntos, ni comas. Lo capturé en mis caminatas diarias por el Sena, Montmartre y Notre Dame.
     Día y noche las palabras latían de furor, y así, en un lapso de tres semanas, sentí haber concluido esta Evocación al Silencio. Una imagen cierra el libro y es mi propia silueta, oscura sombra sobre una portada ambarina. La extraje de una fotografía que me tomé en la base de la impresionante torre gótica de Saint Jacques de la Boucherie, justo a unos metros donde se ahorcó uno de los más grandes de la tradición literaria de Francia, el Príncipe de Aquitania (Gérard de Nerval 1808-†1855) a quien le dedico mi Evocación.
      Fue aquella fría mañana de noviembre. Yo había deambulado en el Père-Lachaise apenas iniciado el Día de Muertos cuando estuve con Nerval, Balzac y Oscar Wilde, lejos de casa, pero cerca de los inmortales, una destellante flor de cempaxúchitl sobre la loseta rústica de concreto vil en la tumba de Amadeo Modigliani me recordaba mis orígenes y mis propósitos. También me cuestionaba si una burda losa de hormigón con un epigrama memorable era el digno final para un bohemio de la categoría del pintor de Livorno. Yo revivía los antiguos rituales del verbo y la bohemia. En francés bohémien era la palabra que designaba a los gitanos porque se creía que venían de Bohemia, hoy República Checa.
      El recorrido lo hice prácticamente a solas, y lo disfruté infinitamente, pues iba encontrando a mi paso a quienes han edificado gran parte de la historia de Occidente, algunos de mis pintores favoritos como Jacques-Louis David, escritores y poetas como Marcel Proust y Apollinaire, e incluso al icono de la canción francesa, Édith Piaf. No hay camposanto sobre la tierra que tenga tantas figuras prominentes como el Père-Lachaise, en Paris.
      Evocación al Silencio fue el momento exacto en que debí expulsar lo que se había acumulado durante toda una vida, mi versión del mundo y mi versión de los instintos a flor de tacto. No pude decirlo previamente, pues fui demasiadas máscaras y demasiados nombres. Sin embargo, el impulso de “decir” algo siempre estuvo allí incrustado. Fue la Ville Lumière la que me proporcionó la atmósfera y el estado emocional adecuado para expulsar letra por letra. Evocación al Silencio lo escribí en París. Sin embargo, no habla de Paris. Aborda algo mucho más universal y eterno, explora los abismos de la soledad, nuestra frágil sustancia y la muerte.
     Yo contuve las formas verbales de Evocación al Silencio hasta el punto de quiebre; las repasaba todas y cada una diariamente. Es cierto que muchos versos vivían en estado de latencia, pero al salir contenían un magma con una brasa extraña calcinándome. Hasta que logré un momento de tregua, ordenándolos de principio a fin, exactamente como querían venir al mundo. Incluso la portada es parte del significado total del poema. Y pude emanciparme de la obra abstracta para dejarla ardiendo en las páginas de un libro. Yo escribo para olvidar. Ciertamente, escribo para aliviar la carga de mis actos.
     Acumulaba mis versos como la hormiga lleva diariamente una migaja de pan a su casa. Les daba su justo lugar y posición sobre la superficie de la hoja y la pantalla. Por las noches repasaba las palabras del alfa hasta el omega en mi smarphone de teclado qwerty, con sus diminutas teclas pero idénticas a mi antigua máquina Royal de 1920. Frecuentaba las bibliotecas, en especial la Marguerite Audoux de la estrecha rue Portefoin, adonde depositaba mi tributo cotidiano. Utilicé mi cuenta de email para hacer un respaldo de lo escrito antes de perderlo como otros trabajos.         
      El privilegio de la palabra, el dominio del verbo, lo adquirí justo en el lugar y en el instante precisos, ni antes ni después. Como seres humanos todos tenemos el impulso por intentar definir lo que somos, es por ello que nos conectamos con la obra de arte, pues alguien más ha dicho lo que no hemos podido decir y, no obstante, está allí, en el huevo oscuro de nuestra internidad.  
     Quise revertir los órdenes, ver el libro que siempre quise leer y que jamás hallé entre mis manos. Ahora lo ofrezco, siendo la ausencia lo que resalta en mi Evocación. Le falta un acento, le falta una letra... el espacio de la hoja predomina, pero es un espacio reservado a su principal protagonista que es, sin lugar a dudas, el silencio.

*     *     *


jueves, 25 de junio de 2015

AJEDREZ, estratagemas de la guerra

AJEDREZ
Estratagemas de la guerra


     
       Definitivamente no puede ser un simple juego el ajedrez cuando guarda en sus principios la dialéctica y la lógica, la equidad y el equilibrio, las terribles consecuencias de una decisión debilitada o una decisión precisa. La pureza de la geometría. En el ajedrez coexiste la exactitud y la infinitud, pero sobre todo, el temple de la guerra. El ajedrez ni es juego ni es ciencia, para ser precisos, es la manifestación palpable y dicromática del arriba y del abajo, un abalorio cuadriculado que evoca a la noche y al día, a la vida del vencedor y la muerte del vencido.
     El ajedrez se vincula con todas las leyes herméticas posibles cuando confronta  a los diminutos ejércitos de dos naciones sintetizadas en hileras de ocho combatientes, que incluye un orden social, un rôle el cual no se puede transgredir a menos de que un vasallo que alcance las fronteras del enemigo pueda ser coronado con honores para salvaguardar a los suyos. Unos nacieron peones, otros caballeros y obispos, muy pocos heredaron un pequeño reino de 64 escaques, un territorio que defenderán hasta el final. La guerra es la quintaesencia del llamado juego del ajedrez. El estudio de las estrategias se ha prolongado por más de quinientos años y, por lo menos, mil años deberíamos agregar hasta el momento de su invención o el descubrimiento de sus leyes.
      Las probabilidades de su origen se remontan a las regiones de la India durante el Imperio Gupta hacia el siglo VI de nuestra era. Tenía el nombre de Chaturanga que se refería, evidentemente, a un ejército con sus carros, elefantes, caballería e infantería. Hay quienes proponen la tesis de un origen griego, llevada por Alejandro Magno hasta Asia tres siglos antes de Cristo.
      Hay al menos tres leyendas que explican su invención. El libro Shāh-nāmeh cuenta la historia del brahmán Sessa Ibn Daher, quien creó el juego a petición de un rajá indio y, como recompensa, le pidió un grano de trigo por el primer escaque del tablero, duplicando progresivamente la cantidad por cada nuevo escaque. En la otrora región de Persia se encontraron las piezas arqueológicas más antiguas del ajedrez, localizadas cerca de la ciudad de Samarcanda, en el actual Uzbekistán. Las denominadas piezas de Afrasiab son siete en número (1 Rey, 1 Torre, 1 Visir, 2 Caballos y 2 Peones), con un tamaño medio de 3 cm, y fueron fechadas en el siglo VII.
      En Persia, el antiquísimo nombre del juego Chaturanga pasó a llamarse Chatrang, donde también se introdujo la expresión Shah, actual “jaque”, usado para adevertir una amenaza al rey del adversario. Shāh-mat (jaque mate) significa que el rey ha sido emboscado, capturado o muerto, y así se indica el final de una partida.
     La guerra entre culturas incluía una guerra sobre el tablero. El Shatranj (ajedrez) fue introducido en Europa por los árabes alrededor del siglo X, a través de la conquista de España. Se esparció por el continente europeo a finales del siglo XI. El poema Versus de Scachis, encontrado en un monasterio en Suiza hace la primera mención de la Dama (Regina, en latín). Cabe mencionar que no siempre fue bien visto el tablero de las 64 casillas, pues hasta aproximadamente el siglo XIV, la práctica del ajedrez fue prohibida en países como Francia, Rusia, Inglaterra y Alemania, y por diferentes religiones como la Iglesia ortodoxa, el islam, el judaísmo y el catolicismo.
     Ya en el siglo XV el ajedrez tuvo su propio renacimiento en el sur de Europa, volviendo obsoleto todo el conocimiento adquirido previamente sobre la teoría de aperturas y finales, debido a la gran movilidad de las piezas nuevas. Surgieron entonces los primeros análisis y libros contemplando nuevas reglas, el de Luis Ramírez de Lucena en Repetición de amores y arte de ajedrez (1497), Damiano en Questo Libro e da Imparare Giocare a Scachi (1512) y Ruy López de Segura en Libro de la invención liberal y arte del juego del axedrez (1561), siendo este último el jugador más fuerte de la época y el primero en formalizar las reglas del enroque en un solo movimiento y la captura al paso. En la época moderna, en 1749, Philidor publicó su libro L'analizar des échecs con el que inicia el análisis metódico de las partidas de ajedrez.
     Algunas escuelas de ajedrez como la soviética, cuyos líderes políticos incentivaban la enseñanza del ajedrez a las masas, tuvieron el propósito de entrenar la mente y prepararla para la guerra en tiempos de paz. Todo dio un giro cuando en 1997 el superordenador Deep Blue derrotó a Kasparov, campeón del mundo. Ahora la guerra no sólo es entre humanos, sino también entre la mente humana versus las máquinas.

     Baste la interesante historia de esta estratagema binatural del ajedrez para dar prueba del origen bélico de este hermoso “juego”. Sus artilugios de guerra seguirán vigentes por centurias.

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lunes, 8 de junio de 2015

Kabir

Saint Kabir
Ensayando la iluminación



      Benarés, la ciudad de los templos, es una de las siete capitales sagradas en la India para hinduistas y budistas. Fue fundada hace cuatro mil años por Shivá en la era de Kali (3100 a. C.). Tengo la vaga idea de que algún día pueda llegar a sumergirme en un ghat (balneario) del Ganges y probar la ingravidez bajo sus aguas que se tiran con pesadumbre a la orilla de las escalinatas de los antiguos edificios de Benarés, y no por creer en la metempsicosis o el karma, o incluso en la purificación, sino porque allí nacieron algunos de los grandes guías, entre ellos Kabir, poeta, tejedor y santo de la India del siglo XV que pudo ver en sí mismo lo animado y lo inanimado, y sólo en ese estado lograr una paz que no sabe de odios ni temores.
       A pesar de que los ríos tengan esas cualidades de transformación de la conciencia, yo soy un devoto del mar, y, en especial, del Mar del Norte. Pero reconozco el potencial de los escritos sagrados forjados en la India. Dice el Ishavasya Upanishad Aquél que ve en sí mismo el mundo entero de objetos animados e inanimados y el que también se ve a sí mismo en todos los objetos animados e inanimados, no odia a nadie.” ¿Cómo abordar una doctrina oriental que propone todo aquello que occidente demerita? ¿Cómo entender el gusto y el deleite que los sabios orientales tienen por el vacío? A nosotros, en esta parte del planeta, nos infunde terror el pensar en la vacuidad absoluta como el fundamento de una doctrina de la existencia. Ser en y para lo animado e inanimado es evitar el odio y coquetear con las ausencias.
     “La luna brilla en mi interior; pero mis ojos ciegos no pueden verla.” Fue esta constante búsqueda de Kabir hacia el adentro, la mirada insospechada que es arrojada a la profundidad del yo, el anhelo de encontrarse en todas las cosas y en ninguna, que lo llevó a mirar más allá. Bien es conocida esta transmutación de la mente en todos aquellos que han sido tocados por una realización, la epifanía, el nirvana o un satori. El poeta accede a través de la inspiración a esos estados superiores de conciencia.
       Los poemas de Kabir derraman sabiduría y son una aproximación a los significados más evasivos a través de sus formulaciones versificadas. Leer a Kabir implica encontrar una linterna en medio de la oscuridad.La luna está en mí, lo mismo que el sol. Sin que lo toquen, el tambor de la eternidad resuena en mi interior; pero mis oídos sordos no pueden oírlo. Así, en tanto que el hombre reclame el Yo y lo Mío, sus obras serán como cero.”  A pesar de que el santo Kabir fue creciendo con la influencia de tres variantes religiosas de la zona, como el brahmanismo, el islam y las prácticas sufís, la actitud que adoptó fue la de un libertario, y, hasta podríamos afirmar, la de un experto de la sátira en contra de reyes, gurúes y fanáticos. Decía que si bañarse en el Ganges diera la iluminación, entonces todos los peces nacerían iluminados.
      En uno de sus cien poemas, el número 55, Kabir recita: “Inmerso para siempre en la felicidad y sin temor alguno en el corazón, el Santo mantiene, en medio de los placeres, la armonía de su vida. La infinita presencia…” Las aseveraciones reflexivas, la meditación obligada, el recurso de una oración aleccionante, son características comunes de las estrofas del santo de Benarés. Es heredero de una de las tradiciones religiosas más antiguas de la humanidad. Si en algo la India se ha vuelto una experta entre las naciones del mundo, es en la práctica de una fe inamovible y de hierro. Pareciera ser que en el subcontinente indio se gestó  para siempre la finalidad última de la fe.
     Kabir fue discípulo del asceta Ramananda Swami. Jamás aprendió a leer o escribir, y, sin embargo, sus cien poemas son pasados de lengua en lengua como una perla de sagrada sustancia en el hablar más ordinario del pueblo. Quizá Kabir no estaba en contacto con los “intelectuales” por dudar de su falsa sapiencia: “La dulzura de vagar sobre el océano de la vida inmortal me ha liberado de todo vano parloteo. Como el árbol está en el grano, todos los males están en la charlatanería.” Sus anotaciones meditativas deslumbran por su aparente simplicidad. “Jamás hallarás el bosque si no conoces el árbol, jamás lo encontrarás si lo buscas en las abstracciones.
     Lo absoluto le fue concedido en vida. Se cuenta una leyenda sorprendente. Al morir se pelearon musulmanes e hinduistas, cual chacales, su cadáver. Cuando abrieron el féretro, estaba vacío y en su lugar había un libro en blanco donde ambos bandos escribieron todas las máximas que pudieron recordar. Cierro mi texto citando el poema número 89 de ese libro: “Aquel que vive corporalmente siempre está sediento, porque el objeto de sus afanes es imperfecto, aunque siempre surgen en él, y cada vez más hondas, estas palabras, donde van fusionados el amor y el sacrificio: "Él es esto; esto es Él".”
  

martes, 5 de mayo de 2015

Tina Modotti y Edward Weston

Vozabisal
                    por Hans Giébe

La cámara es mejor que el ojo

 Tina Modotti y Edward Weston




     Hace unos días visité la exposición fotográfica de Edward Weston y Tina Modotti recientemente inaugurada en el Museo de Arte Moderno (MAM) que se encuentra adentro de la fronda siempreviva del Bosque de Chapultepec.
     Hacia 1966 se ofreció en el Museo de Arte Moderno la obra de Weston, y en 1995, parte de los trabajos impresos en plata aglutinante de Tina Modotti. El norteamericano fue maestro y precursor del talento visual de Tina Modotti, sin menoscabar el estilo propio de la italiana. Fueron complemento en cuerpo e ideas, y se percibe en sus fotografías un vínculo de sensibilidad. No se ve una relación frívola entre modelo y fotógrafo, y mucho menos una relación meramente sensual y erótica entre maestro y discípula. Se percibe el auténtico cariño de ambos por una labor creativa y por el gozo de un acompañante del sexo opuesto que comparte una visión común frente a la vida. Si fue amor – considerando la palabra “amor” como todo acto de creación-, entonces Tina y Edward estaban enamorados uno del otro, y sin dejar a un lado el amor que desarrollaron por el México posrevolucionario.
    Al respecto de esta relación, José Emilio Pacheco, apuntó hacia el año 1979: “El intercambio fue absoluto, pues gracias a Weston el talento de Tina encontró los cauces adecuados para expresarse. Ellos fundaron la fotografía moderna en México y descubrieron a Manuel Álvarez Bravo y a Gabriel Figueroa. El muralismo fue conocido en todas partes por medio de las fotos de Tina.”
     Tina Modotti nació en Udine, Italia, en 1896 y murió en México en 1942; y Edward Weston en Chicago hacia 1886, y falleció en California en 1958. Venían del norte, del otro lado del endeble muro que hoy en día exhibe la mediocridad de las fronteras y la estrechez mental de algunos dirigentes. En ese entonces, en la década de los veinte, para los extranjeros México era un país extraído del sueño más surrealista de los primeros seres. Era el momento de la calma después de una Revolución que terminó por reafirmar identidades extraviadas, razas ocultas tras la serranía y los desiertos, una identidad nacional maltrecha que retomaba una fuerza inusitada. El inicio del renacimiento mexicano a través del muralismo y sus más grandes exponentes.
      Para Modotti y Weston, México era un cofre abierto de imágenes y personajes. La muestra reúne 67 imágenes lejanas ya del pictorialismo que se caracteriza por las atmósferas nebulosas, siluetas etéreas y una luz difusa –a manera de imitación a las obras de los impresionistas-. Abundan los retratos, los enfoques sobre las manos (como algunos estudios al óleo de Rafael y Da Vinci), desnudos, y hasta sencillos montajes de naturalezas muertas.
      Al inicio del recorrido hay una frase de Weston que me atrajo: “La cámara es mejor que el ojo.” En aquel entonces surgió un debate: si la fotografía pertenece al arte o no. Pues los retratistas y paisajistas, con su talento innato e incontables horas de práctica, se sintieron desplazados por los augurios de la tecnología tras la lente. Voy a defender a la pintura frente a la fotografía, aunque ésta bien se haya ganado un lugar en las expresiones gráficas, ya que en mis venas aún deambula una sombra con pincel en mano y una paleta llena de colores.
     No considero a la fotografía dentro de las artes finas, pues interfiere una máquina en la elaboración de la imagen. No considero al cine dentro de las artes elevadas por las mismas razones. El cine se ha vuelto un platillo de fácil digestión para las ociosas masas. Dentro del recorrido me vino una idea a partir de la pregunta que se le hizo a Tina Modotti, la cual inquiría en saber si ella consideraba sus trabajos como arte. Modesta y cautelosa, respondió: “Tan sólo soy una fotógrafa.” Es por eso que me atraparon las fotografías de ambos creativos, en especial una donde capturaron a Nahui Ollin.
     Contra los fotógrafos y cineastas de medio rango, contra los improvisados y bufones, se me ocurrió la prueba del Carbono´15, la cual consiste en colocar un trozo de carbón común y corriente, el material más ordinario, frente al sujeto puesto a prueba. Si puede escribir un exquisito poema, dibujar con precisión un retrato o paisaje, esbozar un complejo arquitectónico inigualable o anotar las novedosas claves de una melodía en forma original, irrepetible, única y sublime, entonces bien puede llamársele artista.
      En esta era donde las máquinas están ganando terreno, donde los productos masivos y las artesanías populares abundan tanto como los histriones, un simple trozo de carbón puede ser la diferencia entre el talento dotado de genio y un producto más en el mercado resultado de las peripecias tecnológicas y mediáticas. Jamás una lente sin vida será mejor que el ojo agudo del auténtico artista. Jamás.


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miércoles, 29 de abril de 2015

Heráclito



Heráclito (540-484 a.C.) por H.Brugghen, 1628. Foto: El Sol de Hidalgo.
Vozabisal
El Sol de Hidalgo
29 de abril de 2015

Por Hans Giébe

Pachuca, Hidalgo.- Es uno de los presocráticos más destacados y originales, una luminaria de la Grecia Clásica, un filósofo, con toda justicia de esta palabra, y, por supuesto, un radical. Heráclito es mi predilecto cuando pienso en los forjadores de la filosofía de Occidente. Se detecta la gran influencia que ejercieron sus indagaciones dialécticas a sus contemporáneos, sofistas, pitagóricos y a los pensadores modernos, en especial, a los alemanes Hegel, Nietzsche y Heidegger.

Cuando leí Los 126 fragmentos y los testimonios de otros filósofos como Aristóteles y Cicerón, me pareció encontrar a una mente prodigiosa que le era ajena a sus congéneres y a su época. Creo que Heráclito fue demasiado hondo al dictar sus sentencias, y fue demasiado lejos. A pesar de que Diógenes Laercio, el recopilador de biografías, le atribuye la obra Sobre la naturaleza, no tenemos más que sólo fragmentos de lo que fue, al parecer, una extensa obra reflexiva.

Junto con Parménides, me parece que El oscuro de Éfeso, Heráclito, coincide con variantes de la doctrina oriental sobre la existencia. En especial, sobre la incesante mutabilidad de las cosas y el movimiento constante de la realidad. Alfa y Omega son la cabeza y la cola de la misma serpiente que se lanza una mordida para atragantarse de un principio sin fin. Nada es estático. Todo se funde en su doloroso y perpetuo cambio. Ninguna causa, ser o cosa, están exentos de su contrario y de un opuesto con la motricidad de un devenir irrefrenable.

La agudeza de sus pensamientos respecto al motivo esencial de los hombres, la felicidad, se encamina a descubrir directrices duras de asimilar por la muchedumbre. Se expone en el fragmento número IV (VI 401): Si la felicidad residiera en los placeres del cuerpo, proclamaríamos felices a los bueyes cuando encuentran para comer alverjas amargas.

Heráclito es un antiplatónico al remarcar la importancia que tienen los complementos, negando las verdades absolutas, fijas, y explorando la variabilidad de las causas. Se percata uno al entrar en contacto con la cosmología griega de que los conocimientos herméticos estaban presentes. Lo hago constar con esta cita: El camino arriba y abajo son uno y el mismo (LX). Recordemos que la distancia temporal entre el Egipto de Hermes y la Grecia de Heráclito son cerca de más de dos mil años, los mismos que nos separan a nosotros de la luz en el apogeo de Atenas. La armonía invisible vale más que la visible (LIV), dice el Oscuro de Éfeso, a quien así se le conocía por sus soliloquios inaccesibles para el común de la gente.

Allende a la afirmación de que la filosofía radica en la personalidad del sujeto que hace filosofía, yo creo que el tema toral de toda filosofía es el hecho de que se tenga una relación directa e indisoluble entre la vida del pensador y sus escritos, con cada detalle, cada situación, cada idea y personas conocidas, son factores que van determinando la dirección de un estilo de pensamiento. Heráclito es el filósofo del ????? (logos), el corrosivo pensador y el observador del flujo.

Provenía de una familia acomodada y aristócrata, y no sólo eso, sino que heredó las funciones sacerdotales que su padre tenía. A esto se debe su conocimiento de antiguas doctrinas egipcias y de los cultos órficos y dionisíacos (grupos místicos originados en creencias prehelénicas que afirman la supremacía de Zeus respecto a otras deidades, generando una especie de monoteísmo en el siglo VI a.C.). El Oscuro probablemente recibió lecciones del propio Anaximandro, discípulo de Tales de Mileto.

Parece que Heráclito siempre guardó distancia de los efesios, desdeñándolos, no sólo por su elevada alcurnia, sino por su condición de pensador. Su apogeo coincide con la celebración de la Olimpiada 59, y sus enseñanzas están en boca de los iniciados e instruidos. Rechaza los elogios y la oferta del Rey Darío para ir a su corte e instruir a los persas, retirándose al templo de Artemisa. Al ser el sucesor de un linaje de aristócratas, rechaza el máximo cargo, yéndose a vivir a las montañas donde se alimentaba de hierbas silvestres.

Es difícil comprender, para los torpes, por qué alguien nacido con lujos deja todo para ir a vivir solo y convertirse en un misántropo. Es difícil comprender las manifestaciones del logos sobre la tierra, y de vez en cuando aparece una mente hermosa como la de Heráclito para traer un poco de sabiduría a las bestias.

El Oscuro de Éfeso enfermó de hidropesía. Según Diógenes Laercio (IX i-17), volvió a la ciudad y preguntaba a los médicos de forma enigmática si podían hacer de una lluvia torrencial una sequía. Estos no comprendieron y entonces él se encerró a sí mismo en un estercolero, esperando que con el calor del estiércol se evaporara la humedad. No consiguió nada, y terminó su vida con sesenta años.

     
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lunes, 20 de abril de 2015

La caza chica...

Una habitación para la caza chica


"UNA HABITACIÓN DE LA CAZA CHICA"

El escritor Alejandro Zenteno, presentó su nueva obra poética.

Por Michel Ardan.

El pasado viernes 17 de abril de 2015, fue presentado el libro "Una habitación de la Caza Chica" de Alejandro Zenteno en el Centro de Arte y Filosofía de la ciudad de Pachuca, Hidalgo. El poeta estuvo acompañado de los escritores hidalguenses Virgilio Guzmán Valdez y Hans Giébe, quienes hicieron una reseña de la obra. 

Alejandro Zenteno, mencionó que hace algunos años, junto a Enrique González Rojo, Arturo González Cosío, Roberto López Moreno y otros camaradas decidieron construir, en conjunto, la "Caza Chica". Se trataba de salir de cacería de versos que anduvieran por allí volando para que habitaran en esa morada.

El poeta dijo que como tenían prohibido dispararles o utilizar cepos criminales, lo que atraparon fueron poemas pequeños como haikús, tankas, neuronerías, grenguerías, minipalindromas, alburemas, poemínimos y demás especímenes que pasaron a habitar la Caza. A Alejandro Zenteno le correspondió una habitación para acomodar a sus inquilinos. 

De igual forma, el maestro menciono que en los campos de la imaginación pudo atrapar otras especies más grandes, sobre todo unos migrantes oriundos de Italia que han colonizado todos los rincones de Hispanoamérica, y que les llaman sonetos. En vista de que éstos son demasiados voluminosos para habitar la Caza Chica, el poeta tuvo que acomodarlos en el jardín.

El maestro Zenteno dijo que por el momento no ha tenido reclamos de la asamblea de vecinos, ante lo cual aprovechó para elaborar las "escrituras" contenidas en el libro presentado y, mediante fe pública de los lectores, dejar asentado el documento en el Registro Poético de la Propiedad.

Se debe mencionar, que en el evento estuvo presente la directora del Centro de Arte y Filosofía, Diana Angélica García Chávez, quién desde el 2010, abrió este espacio para darle difusión a los proyectos de artistas, escritores y músicos que no tienen cabida dentro del denominado "arte oficial" del gobierno, que en la mayoría de los casos, no es el mejor que existe, pero si el que se adapta a las necesidades políticas de nuestros gobernantes.

El escritor Hans Giébe, Diana García Directora del CAF, el poeta Alejandro Zenteno,
el escritor Virgilio Guzmán y el Dr. Julio Gálvez Director del Nuevo Gráfico.

miércoles, 8 de abril de 2015

Andréi Tarkovski

Vozabisal
                     por Hans Giébe


Andréi Tarkovski
Un clarividente en el cine


ESCENAS que ralentizan encuadres hasta lograr un efecto de obra pictórica, un paisaje, un retrato. Se atreven a provocar la inmovilidad sin dejar la secuencia. A veces la música de fondo nos persuade de que el rollo de película sigue corriendo aunque la imagen se vea congelada.
    El cineasta nos recuerda la infancia y nos coloca con una serie de fotogramas de la época dorada, al lado de un perro, una mascota, recreando el hogar con la figura de una madre tras la ventana. Llueve y los árboles reciben con sus diminutas lenguas verdes el golpeteo de las gotas… al fondo una casa arde, está en llamas bajo el diluvio. La escena es evocadora. La madre del poeta y el poeta en plena infancia miran cómo se consumen en fuego aquellas paredes de madera justo bajo el ballet de la lluvia.
     Tarkovski es un obseso de las escenificaciones acuosas y de los objetos que se reflejan en el agua. En la mayoría de sus filmes el agua no es un elemento pasivo, más bien, tiene un protagónico sobresaliente. Este elemento germinador de vida participa del guión general. Si se observan con detenimiento, los charcos, los ríos, la lluvia, los vados, los manantiales y el mar, tienen incluso una personalidad bien definida. El chasquido de un chopo es el chasquido de una palabra que el director hace visible al espectador. En el film biográfico Un poeta en el cine, se ve cómo inaugura el diálogo con el reflejo de la luna en una simple charca. La imagen del astro cercado por los dobleces de la luz que producen los temblores de las ondas es ya el primer discurso poético que el director mantendrá con el espectador.  
     “Transfigurando el abecedario humano”, Tarkovski se involucra a fondo con el argumento, lo padece, se lleva la mano a la cabeza en grávido gesto. Se envuelve así mismo con los actores, instruyéndolos en la pose exacta para cada acto. En el documental de 1988, donde Andréi expone algunas ideas extraídas de su largometraje The Sacrifice y de su libro Esculpting in time. Hay una primera escena donde aprecia el trabajo minucioso con cada cuadro que se girará a 24 por segundo en la pantalla grande. Recrea la historia de un monje ortodoxo llamado Pamve quien plantó un árbol al estilo ikebana japonés. No es estrictamente un árbol, es una rama seca a la que su pupilo Ivan Kolov riega prometiendo a su maestro seguir haciéndolo todos los días hasta que esa rama seca resucite. La constante simbología del árbol se aprecia a lo largo de sus últimos trabajos. Al igual que el agua, es un símbolo potente que sabe explotar con hondura y agudeza manipulando el tiempo como los magos. Film is a mosaic of time”, dice el cineasta.
     Muchas veces dependía de un traductor del ruso, su lengua materna, para darse a entender en otros idiomas como el inglés, el sueco o el italiano. Fue hasta 1983, tres años antes de morir de cáncer, cuando se fue definitivamente de la ex Unión Soviética debido a la constante vigilancia del gobierno. La especial manera de un creativo para expresar y exponer su particular visión del mundo, se hace constar en algunas frases como la siguiente: “Tengo una relación contemplativa con la realidad. No pienso en la realidad, trato de percibirla.” Y toda esta idiosincrasia la graba en cada toma.
     Andréi Tarkovski Fue parte de la transición del formato en blanco y negro al color, incurrió en la ciencia ficción (Solaris y Stalker) para concluir su guión con El sacrificio. A manera de voto personal considero Nostalghia como el trabajo que mejor explota las cualidades únicas de este director ruso. La fotografía, la trama, y los acercamientos de tomas son casi insuperables. La escenografía italiana, destacando los termas de la época de Caracalla y la exquisita arquitectura romana, culmina con una toma enfocada en una escultura ecuestre donde un actor –meramente un pazzo- exclama: “¡Hombre, escucha! Agua, fuego, después, la ceniza”, para concluir su discurso derramándose un balde de combustible y luego prenderse fuego frente a la audiencia.
     Bastan unos minutos en el celuloide para comprender esta aseveración que revela una de las convicciones del director: “El propósito del arte es ayudar al hombre a mejorarse así mismo espiritualmente.” Con Tarkovski todo juega un papel determinante, incluso la grieta de ese grueso muro a espaldas de una niña que mantiene un diálogo con un hombre de saco largo arrastrado en las aguas cristalinas de esas ruinas del imperio romano. Él le pregunta (en italiano) “¿Estás contenta?”, y ella responde “¿de qué cosa?”, y el hombre con un trozo de cigarro en la boca y con un semblante de extravío concluye, “…de la vida”.




 Nostalghia, por Andréi Tarkovski (1932-1986)

viernes, 6 de marzo de 2015

An illusion

Resultado de imagen para sand clock


Almost seven seconds from nowhere,

time is an illusion...

The most perfect illusion

encrusted on my eye lids.

Why do I have to count every beat?

Why should I care for one minute?


It is ridiculous!


Swans never wear clocks,

and flowers never ask 

to the time 

come back to them.


  *      *      *

viernes, 13 de febrero de 2015

Frida Khalo


Frida Khalo:
Inmensidad de una pasión


Mi pintura lleva el mensaje del dolor”, dice Frida, como sintetizando la esencia de su quehacer creativo.     Pero muy pocos artistas son ellos mismos la obra en sí; pocos artistas viven en las inmediaciones de una efervescencia desbordante de color y aroma que logran plasmar en su breve lapso por la vida. La quintaesencia y el motivo de sus obras, a mi parecer, no es una cuestión de origen, sino de destino. Las pinturas de la primera mujer que ha alcanzado el rango y la admiración en el círculo de la élite de la plástica del siglo XX, me parecen el intento de un artista por descifrar las últimas consecuencias de ese eterno vínculo sensible que tenemos frente al mundo, y, generalmente, en una relación de placer/dolor con todos sus aspectos.
      Fue en Europa cuando tuve un encuentro no casual con una fotografía de Frida Khalo en una biblioteca diseñada por el talentoso arquitecto Jo Coenen. Había aquel otoño una exposición fotográfica que protagonizaban Frida y Diego. Se encontraban sistemáticamente ordenadas varias imágenes donde aparecía la pareja indisociable de la plástica mexicana del siglo XX junto a personajes como León Trotsky.
    Tuve un sentimiento de extrañeza. Yo, que pasaba gustoso gran parte del día en la Bibliotheek der Nederlands (OBA), estaba presenciando una colección de paisajes y senderos coterráneos, con su característica flora semidesértica en la que crecí. Yo, en un clima agreste y sombrío de la Europa del Norte, tenía por primera vez, luego de un par de años, un ligero sentimiento de nostalgia. Y esto a partir de una fotografía de Frida, que hasta ese momento me había parecido tan sólo una mujer elevada a símbolo mundial del feminismo, y, si se puede incluir, de la bisexualidad. Había persistido su imagen andrógina y sobrenatural en mi inconsciente. Pero fue a partir de esa pose en la que se encontraba sentada luciendo un vestido largo y de color negro, con el rostro ligeramente girando a la cámara y las manos entrelazadas en una contemplación hacia el futuro y hacia el ocioso espectador, cuando me percaté que no  había apreciado justamente la extravagante belleza de esta artista que revolucionó el arte del pincel y el caballete de toda una era.
     A Frida se le ha conocido internacionalmente como una talentosa pintora, quizá la primera, que ha sobrevivido a los embates más furiosos de la vida. Elogiada por leyendas como Marcel Duchamp, Picasso o André Breton, y mostrados sus cuadros en exposiciones en ciudades como Paris, Nueva York y México. Incluso, su nombre ha sido más relevante que el de su doblemente esposo, colega e inspiración: Diego Rivera. Fuera de México, a Diego se le conoce como el “esposo” de Frida. Siendo que su gigantesca labor artística es casi insuperable hasta nuestros días. Él abarcó prácticamente todas las técnicas académicas y del muralismo. Agotó los medios pictóricos como instrumentos de sublimación social e ideológica. En México, ha sido a la inversa, por lo menos hasta hace un par de décadas: Frida era la singular esposa de Diego.
     Su nombre completo era Magdalena del Carmen Frida Kahlo Calderón (Coyoacán, 6 de julio de 1907- Coyoacán, 13 de julio de 1954); se sometió a 32 operaciones quirúrgicas debido a que el 17 de septiembre de 1925 sufrió un grave accidente cuando el autobús en que ella viajaba fue impactado por un tranvía. Su columna vertebral quedó fracturada en tres partes, sufriendo además fracturas en dos costillas, en la clavícula y tres en el hueso púbico. Su pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho se dislocó, su hombro izquierdo se descoyuntó y un pasamanos la atravesó desde la cadera izquierda hasta salir por la vagina. Frida comentó que había sido esta la forma brutal en la que perdió su virginidad. Fue autora de unas 200 obras, en su mayoría autorretratos.
     La relación entre obra y autor quedaría reflejado de manera definitiva en las siguientes palabras de nuestra gloriosa universal, Frida Khalo:
      “La pintura ha llenado mi vida. He perdido tres hijos y otra serie de cosas que hubiesen podido llenar mi horrible vida. La pintura lo ha sustituido todo.


viernes, 30 de enero de 2015

HALO

Un cisne podría ser encontrado

por otro cisne con igual blancura

que sea su espejo, un alivio y cura

de igual esencia e indivisible canto.

 

Puede ser visto el solitario cisne

en su misterioso lago real,

bebiendo estrellas de halo boreal,

junto a la aurora que a morir resiste.

 

Los delineados ojos de la hembra

reconocen la sinigual sustancia,

la deliciosa alquimia que me engendra:

 

Plumajes elegantes, sin malicia,

ese beso, el trocito de una almendra,

de un amor que sin mácula reinicia.

 

-Hans Giébe,

Veracruz, México.

miércoles, 21 de enero de 2015

Full of sound

Gericault Severed Heads
"Heads Severed", Theodore Gericault.



Full of sound

I approach to the stream.

I conjure dissonant verses

in its undulating edges.


I prove myself

in this mythological age 

without chimeras.

I feel plagued of reasons

and full of coarse laws.


I need to get back to delirium.

I need to rewrite

the ineffable dictate 

of the clouds.

The transgressor anthem 

of the fallen and damned.



              *        *       *