viernes, 26 de noviembre de 2021

Piramidal arborescencia

 


Un amor como solo los locos 

lo conocen.

Como la luna sobre el encino  

que en la noche lo concibe, 

como solamente la poesía 

lo entreteje en sus nudillos. 

Pues de la poesía soy, 

y por la poesía devengo. 

Carbón enrojecido que insufla 

mis palpitaciones de luz

en un resplandor de silencio. 

Su oído en mi pecho 

la poesía reposa

e incrusta ávida su enigma

con piramidal arborescencia. 

Me concediste la videncia

para percibir entre la niebla 

los mumurllos de los bosques, 

el esplendor del aire 

y la codicia de las aves. 

Quizá haya uno o dos videntes 

en este muladar llamado mundo

que regresan de vez en cuando 

a la casacada virgen 

para limpiar su carnosa lente

obnubilada de ilusiones. 

Quizá caminen en los claros 

sembrando inútiles moneras 

para delimitar lo antiguo.

¡Poesía crepuscular, 

voz sin voz entre la hierba!

El único amor 

que un vidente reconoce, 

es el que le ha crecido

como un hongo fluorescente 

en el hueco de la nada.