Del barro somos
y al barro volveremos.
Nuestra piel
es de húmeda arcilla,
no distinta
a la piel del monte,
los cafetales y al bronce.
Con agua filtrada en el polvo
las manos dan forma
a lo que no tiene forma,
materia a las ideas,
latidos a la tierra.
Del barro somos
y al barro volveremos.
Los dedos indagan
para ajustar
las comisuras de la boca
de un jarro y un cajete.
Tenso el hilo,
esa hoz que de tajo en tajo
delinea el recipiente
que saciará
los corazones secos.
Del barro somos
y al barro volveremos.