Enjaulado
microcosmos en la grafía.
De
las estrellas, su última chispa.
Una
luciérnaga perdida.
Los
rostros inmediatos de la nube.
El
despeñado viento en la montaña.
El
silbido de los árboles, su lenguaje.
Un
taxímetro marcando el diecinueve.
El
primer grito del gallo al alba.
Una
mariposa ciega y errabunda.
El
copo de nieve más extravagante.
Un
labrado hexágono de cera (su diámetro).
Catorce
doradas espigas.
La
sombra pasajera del eclipse.
Un
tajo seco de hacha (sólo uno).
La
hojarasca al viento.
Un
reloj de arena roto.
Las
últimas notas de una sinfonía.
La
tabula rasa (desflorada)
El
gris perpetuo en la ceniza.
Una
lombriz, partida en dos hemistiquios.
El
pie izquierdo de una mujer.
El
mismo pie (en la noche) ya sin medias.
Un
poliedro en rimas consonantes.
El
fardo en toda espalda de la hormiga.
Una
fotografía desdentada por el tiempo.
El
tic-tac de las ociosas horas.
La
meditación de los búhos.
Una
gota de rocío en los mirasoles.
El
balbuceo constante de un solo pensamiento.
La
eterna diáspora de los minutos.
Un
rubio cairel entre mis dedos.
El
pausado martilleo de las teclas.
Estos
tres puntos suspensivos…
La
brevedad de nuestros días.
Esto y nada es un laconicopoema.
* * *