miércoles, 23 de abril de 2014

NARCISO

El espejo te mira

con su óvalo perfecto.

Te conoce

porque también contempla

lo que no percibes.

Tiene un rebozo

para cargar tus soledades,

y en su rostro,

arrugas de arena lo surcan.

¿Quién puede mirarse

sin ayuda de una máscara?

Somos el aliento

que empaña la verdad

con las mieles ilusorias

del cualquier reflejo.

Humo batido de silencio,

dos instantes

de felicidad a escala.

Belleza previa al ahogamiento 

de un hermoso solitario

que por fin logró

enamorarse de sí mismo.

 


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