viernes, 6 de enero de 2023

FRIDA, DIEGO Y YO

 


En una mañana dominical, 
Frida, Diego y yo
caminábamos bajo la floresta. 
Frida se ofreció a cargar mi portafolio 
con algunos asuntos legales
y poemas sueltos 
escritos con pluma fuente, 
a la vieja usanza, y conforme 
las tradiciones císnicas lo exigen. 

Ella me preguntó 
si era necesario seguir 
la lucha por el pueblo, 
arriesgarnos a que nos dijeran anarquistas, chairos, comunistas. 
Yo le dije 
que era parte 
de nuestro destino:
Vivirlo todo, 
experimentarlo todo, 
incluso ser revolucionarios,
herejes, mártires, 
pero que el vértice  primordial 
fuera siempre nuestro arte. 
Arte con pinceles, 
arte en los murales, 
arte en la palabra, 
arte en uno mismo. 

Diego imaginaba 
el retorno de las glorias pasadas,
en los recintos académicos 
y los palacios nacionales. 
Frida volvería a desnudarse
para ser plasmada, 
si no por su propio pincel, 
sí por la lente atónita
ante la glorificada musa. 

***