sábado, 19 de julio de 2014

UN REGALO

Tuve un reloj de pulsera

que podía caminar hacia atrás.

No medía los bruscos pasos del tiempo.

Se retorcía como un animal asustado

cuando giraba su minúscula perilla 

hasta casi reventar la cuerda.

 

Sus engranes, llenos de óxido solían

rechinar como una boca hambrienta.

Fue un regalo de cumpleaños,

hace mucho, hace tanto...

 

Cuando comprendí que el paso de los años

se anegaba en la carne y en la sangre,

me quité de la muñeca ese artefacto

y lo estrellé contra la roca

hasta dividir su cubierta en pedazos.

 

Lo abandoné en el cajón de un escritorio.

Tenía un tipi apache en la carátula

y dos manecillas negras

que me hipnotizaban.

 

Se quedaron señalando una contra otra,

como lanzando una injuria acusatoria,

sin piedad y sin memoria.



             *          *         *

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