¿Cuántos
sueños deberán pasar a tu regreso?
¿Cuántas
noches de invierno sin rondar esperanza?
Minutos
que devoran, certeros como lanza.
El
dolor es mi sombra, calabozo del preso.
¿Por
qué, por qué nos habrá olvidado la inocencia?
El
ayer, una pérdida, lánguida añoranza.
El
ayer sostiene mi vida, tan quieta y mansa.
Tiempo,
enemigo del ser, señor de su impotencia.
Con
amargura a los relojes viejos ensanchas
deponiendo
la nieve en vertiginosos fríos,
refundando
los abismos con copiosa escarcha.
Llegarás
repentina, con nueva luz y plena
para
eliminar la rigidez de los impíos
y
avivar esos latidos de la luna llena.