Maurits Cornelis Escher (1898-1972) |
Para Ana, ab imo
pectore
Rota
esa imagen laberíntica
que
brota viva de lo inerte.
Reptiles
anchos, retorcidos
dos
en uno ensamblados.
De
su lengua escapan insectos,
burbujas
de su boca
en
peregrinación rotativa
al
ritmo quedo del ascenso.
Desgajada,
múltiple escalera.
En
mis manos la gruta
que
se acostumbra al cubo
dominado
por bufones
que
han vencido la demencia,
con
docenas de cuchillas
dividiendo
los oídos
en
cinco penta-dimensiones.
Tamiz
de oriente,
a
medio desierto y a medios colores,
el
vidrio se hizo mariposa
de
ageométricas esferas
y
plumosas golondrinas.
Deformaciones
criaturiles
atrapadas
en vitrales
de
una turbia estrella matinal.
Engrane
duro de serpiente
tragando
sus extremos,
peces,
redes, telar de acero
y
un búho de lunático cantar
se
asoma cauto por el cielo
con
los tonos de sanguina,
con
el rostro deshilado
en
los cuerpos sobrepuesto.
Huella
medieval,
alfil
blanco en el tablero.
Los
pilares del Oriente
sobre
lomo de tortuga
y
dorados unicornios
fastidiados
de brillar
en
los bordes de la alquimia
donde
nadie busca más.
El
saber ronda la nada,
en
imposible dualidad,
viejo
castillo bicolor
como
nube hecho redondo
y
una jaula de cristal.
Matemática
binaria
hechicera
de las formas
por
encima de la tríada
y
tres enigmas sin final.
*Amsterdam, 05.08.2011
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