domingo, 15 de septiembre de 2013

AL OTRO LADO



Saturnino Herrán, La cosecha, 1909,
óleo sebre tela, 72 × 100 cm.


Al otro lado del océano

bañada de dolor

mi morena tierra yace.

 

En tenue chispa pervive

debatiéndose entre sombras

y al otro lado de las sombras

pesadamente respirando.

 

El sollozo de un agrio amanecer

incorporado al brillo oscuro

para elevar su voz.

 

Libres éramos,

cuando el gallo divida con su grito

las penas diarias de las calmas noches,

del infinito campo donde manaba

el límpido respiro del árbol y el silencio.

 

Recorría el interior desnudo

de cada hombre hecho de barro.

 

Al otro lado del océano

mi preciosa tierra yace

con sus manos levantadas

sobre las ruinas de este mundo

y más allá del radiante éter de la aurora.

 

En el claror de la esperanza.

una madre reza previo al abandono

de su cuerpo en disimulado sueño

para opacar la furiosa desgracia.

 

En estos espinosos caminos

repletos de legiones y muertos vivos,

de vivos muertos mandatarios

con falso y deshonesto nimbo.

 

Los oligarcas huelen a codicia,

sus vulgares ojos de moneda

son pestilente efigie de ignorancia.

 

La familia unida

es la riqueza de la mesa pobre.

La miseria de la mesa rica

son los dividendos en disputa.

 

Esperamos una luz restituida

después de la tormenta gris vidriante.

 

Al otro lado del océano

renacerá la justicia

y se elevará en conjunta plegaria,

dulce, humanamente, transformada.

 
               
                        *               *              *              

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