Los pequeños
alaridos
diminutos
mis
aullidos,
un
placer
destajado
por el
filo
del
olvido
y la
ausencia
de mi
yo.
Del
silencio
del
abismo
los
gemidos
de la
noche
en los
nidos
de los
búhos
y sus
lechos
ya
vacíos
por el
paso
del
dolor.
Vaticinios
de mi
suerte
las
lechuzas
que
retozan
ya cansadas
ya
furiosas
ante el
sueño
de la
muerte.
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