Transitan los segundos
con su realidad exuberante,
palpitar efervescente
de un naranja anochecido.
Al evaporarse
los sinuosos cuerpos de la nube
me revelan su azaroso cisma:
Saber que del mundo es
la mayor desgracia
el proclamado amor,
por sumirnos
en letargo inmemorable.
¿De qué extraña sustancia
está hecho el amor?
Perpetua búsqueda,
desdicha inmarcesible.
¿Quién eres para provocar
a este frágil cuerpo
incitándolo a la llama?
Si antes de ti fui quietud
que te respondió sumiso,
casi vencido.
Ahora vienes a mí
en este ocaso,
siempre altivo
con tu vivo rostro
de sensual locura.
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