Una nube gris
cobija era del mundo
y un cíclope de piedra
me cubría de viento.
Un millar de espinas
mi fortaleza era
y un barranco el foso
de mi castillo.
Dos aves en mi árbol,
jugueteando.
Yo,
inmerso miraba
en la ventana
mientras afuera gemía
otro oráculo.
Debo regresar a casa.
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