À mon cher
ami Gabriel Dominique Nourry
Vida,
ya
no me descarnes 
llevándote
lo que amo. 
Muerte,
en
tu oscura mariposa 
has
cargado mi destino. 
Hoy,
las
tristezas se deshojan 
marcando
coloridos surcos 
sobre
las banquetas. 
Son
días de luto celebrado, 
cierto
bailar en el infierno
pero
ya sin música. 
De
los que aún caminan
quise
ver sus corazones, 
mas
no sus atuendos. 
El
ojivacío que abotona su rostro, 
la
miel seca
de
su mortuorio canto, 
tan
aparente como diluido. 
Su
fluorescencia evaporada
de
copal y de naranjas, 
de
pétalos henchidos
con
lágrimas de cera. 
Porque
sabes, 
los
muertos también envejecen
y
las cosas que dejan pendientes 
son
una telaraña blanca
detrás
de su osamenta. 
La
vuelven a tejer
cada
que regresan al altar
para
desmigar  
el
vientre de los panes
y
alargar la hebra 
del
sabroso pulque 
con
la dulzura del bocado 
que
se otorgan las familias.

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