Cae
el guijarro en el estanque,
aparecen
las ocultas,
presurosas
ondas
cíclicas,
ecos
visuales, sonoros
que
nacen del cuadrante más cercano.
Ya
no se forman sobre la superficie del agua
aquellos
triángulos como cuando yo era niño.
Nada
es igual desde entonces,
ni
la geometría, ni el estanque, ni mis ojos.
* * *