miércoles, 27 de noviembre de 2024

MACERO MIS SUEÑOS

Foto: Francisco Navarro Ruiz


Con vocación de odio

macero mis sueños en la nuca,

porque creo,

en la devastación de los astros,

en los murmullos del polvo,

en la divinidad de las larvas. 

Aunque el caos 

esté enamorado de sí, 

aún veo revolotear a las abejas 

para no caer 

en el telar de las arañas.


Porque el dolor me suma, 

como aquellos que cargan el fardo 

y la herida desde la infancia. 

Me suma un dolor 

como la aguja en la pupila de lo vivo

que jamás se presta a zurcir 

las facciones de una sombra,

esa que se irá, 

con la misma casualidad 

con la que llegó 

arrastrándose a mis pies.  


No pasaré desapercibido,

yo, que he cuidado 

cada uno de mis pensamientos 

como a una luciérnaga

en los días de seca y de osamentas. 


Aunque no haya terciopelo en mi caída

o un suspiro entre las bestias,

tan fundamental,

como cierta melodía 

entre las sienes del viajero,

mis ojos seguirán fijos  

en la lejanía de las montañas.


Nuevamente,

he recurrido al insomnio

por su afinidad con el humo. 

No le temo a la tormenta, 

sino al abrazo de los hongos

cuando aromatizan toda tumba. 

No le temo, 

me digo entre los dientes,

a darle la espalda a la vida.