Descanso sobre alfombras
de helechos que bostezan
en onduladas picas
de isocieles y de clorofila,
sobre musgo y sobre piedra.
El agua es cabellera
alrededor de pétreas cuencas
en palaciegos patios de granito.
Aquel árbol hiende la luz
con su fémur hueco
en los poros de su dorso.
Cada golpecito
del agua sobre el agua
interpreta música sedante
mientras un bosque mitológico
vigila sabio, imperturbable.
Alusión al gigante
que prefirió contemplar
antes que dar la zancada
de los que mueren a prisa
en las ciudades.
Retoños lenguados,
palmas invertidas de gamuza,
sapos, mariposas, peces.
Caminantes
de una tierra sin fin.
Estrellas negras de obsidiana
que brotan de la tierra
para alumbrar a un prisma
que se hermosea a sí mismo
cuando se repliega con los suyos.