viernes, 26 de febrero de 2021

CLAROSCURO

Presencié

el flamígero mutismo

de esa luna herida

por un rasguño de lechuza,

o quizá fuera una nube

que surgió del canto

y las esferas,  

vibrando filamentos,

claves, notas,

en la hierba.

 

Presencié la tosquedad

de la penumbra que,

abundante de misterios,

dormitaba tiernamente

bajo un sudario de luz.

 

Presencié

lo que presencia tiene

y retiré de mis ojos

del saco vitelino de lo oscuro,

su bruma espesa

que rodeaba el cabello

y mi labia virgen.

 

Nadie había, nadie,

en aquel entonces pétreo.

Inhóspitos eran los bosques,

ensimismados, mudos.

Ninguna voz

se ufanaba de su estruendo.

Todo era puro, todo,

primigenio.