viernes, 20 de octubre de 2017

Poesía versus apatía




Vozabisal
 por Hans Giébe

Poesía versus apatía

      Nuestra Primer Antología Poética  Hidalguense 2017 va adquiriendo volumen con los textos enviados por los escritores que están colaborando de buen gusto y con el ánimo de ver sus obras publicadas próximamente bajo el sello de la editorial Vozabisal S. A. de C. V. Algunos otros, si se enteraron de esta convocatoria, no cruzarán el muro de la apatía y seguirán enclaustrados en una idea muy pobre, aislada y errónea del arte, pensando que su obra es tan exquisita como para no compartirla con los de su propia tierra.
       La naturaleza del arte es selectiva. Desde que una persona demuestra talento ingénito y una sensibilidad única para percibir el mundo, ya está separada del resto y es candidata a ser parte de un grupo que desde el origen de la humanidad se le ha denominado como artistas. La palabra arte proviene del latín ars y esta a su vez del griego techne que es la actividad en la que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido. Lo que denominamos obra sobrevive al artista, y si cumple con los cánones estéticos que una sociedad puede aceptar, le dan “inmortalidad” a la obra y renombre al artista. De allí que el artista mal interprete su labor creativa como una labor propagandística y una ambición de superar la muerte y el olvido a través de la obra.
       Confieso que en algún momento yo vivía infantilmente cegado por el veneno del ensimismamiento y la vanidad, y pensaba que nadie merecía mis versos, que ninguna publicación valía la pena, así fuera en París, donde me ofrecieron publicar hace algunos años y no acepté. Es bastante común que los artistas se sientan como besados por las musas y tocados por los dioses, la vanidad humana no tiene límites ni distinciones. Quienes pulen su obra de tal forma que la encierran en galerías, la venden a burgueses, la prostituyen en los medios de comunicación como si fuera la vanguardia más grande, y como si fantasearan opacar al mismísimo surrealismo o al estridentismo, viven en una falacia mental más grande que una película de Hollywood.
             Vanitas vanitatum, omnia vanitas, dice el Eclesiastés del antiguo testamento: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad.” Y con esta ley de leyes deberíamos los creadores empezar una obra, con dosis de humildad sin esperar nada de nadie, ni un aplauso, ni una sola ovación, sin ninguna recompensa, pues ese precisamente es el gran defecto de los que ejercemos las artes, pensamos que cada pincelada o letra escrita es una garantía de eternidad. Yo ubico mucho mejor a la eternidad, en el hecho de recibir la inspiración a hervores y a susurros, el hecho de ser tocado por esa chispa única donde una idea la podemos transformar en obra y aspirar que diga algo, que tenga contenido, luz y forma, y nada más.
       Los aplausos son para los cirqueros; los aplausos son para las actrices de tv y políticos; los aplausos son para los atletas y futbolistas, pero no para los artistas de pura estirpe. El auténtico artista confluye en una relación hombre-obra que en sí es labor constante y recompensa constante. El hecho de publicar una obra, sea escrita, sea sobre el lienzo o en un disco, no implica la rendición inmediata del público y sus alabanzas. La antología poética que estamos cincelando tiene el único objetivo de dar apertura a muchos escritores que han sido tocados por la poesía y han levantado la pluma para expresar en versos lo que necesitan expresar primero para sí mismos, y segundo, para los otros.
       El premio Nobel de literatura tiene varios efectos, y muchas veces negativos más que positivos. Al seleccionar a sólo una persona por año se desacredita inmediatamente vía competición, vía intereses propagandísticos, a una selección de autores que la Academia hace casi deliberadamente para publicitar sus obras. El caso de Bob Dylan, el año pasado, fue un asunto de mera publicidad, desvirtuando un premio que es de Literatura y otorgándolo a un artista que por esencia es un músico compositor y no un poeta. El resultado fue desastroso. Bob Dylan no asistió a la ceremonia de premiación. Meses después envió un discurso en parte plagiado de la novela de Herman Melville, Moby Dick. El premio nobel del año 2016 no tuvo culpa alguna en ser nominado para ese “gran honor”, la culpa la tienen los que no escriben y les conviene hacer propaganda con sus premios muchas veces con fines políticos.
         La antología que se está elaborando bajo el sello de Vozabisal, lo único que pretende es dar cabida a todas esas voces muchas veces silenciadas por la exclusión de los beneficios: becas, preseas y reconocimientos que son otorgados a unos pocos, excluyendo a esos muchos más que compiten en concursos con la esperanza y el anhelo de ver publicados sus poemas algún día. El hecho de que exista un jurado y que determine bajo ciertos parámetros, muchas veces subjetivos, que hay un “ganador”, lesiona gravemente el objeto del arte que es el de humanizar la realidad. Seleccionar discrecionalmente y desechar una obra de arte parece un ejercicio ruin y deleznable, pues ¿cómo saber que una obra es mejor que otra, en base a qué criterios, en base a qué parámetros? ¿Cómo saber que Diego Rivera es mejor que Pablo Picasso? ¿Cómo saber que Mozart es mejor que Vivaldi? Seleccionar a un ganador por sobre muchos perdedores es la cosa más lesiva para el mundo del arte.
      El objetivo de esta antología poética es expandir las posibilidades, incluir a los más que se pueda que demuestren un atisbo con rasgos estéticos en la elaboración de su obra en la rama del arte, que esta vez se pide sea la poesía.  Se pretende la unión, no la separación. Se pretende que el arte toque a los más y no a los menos. Se pretende sofocar el mote elitista y selectivo que los comerciantes de arte han fomentado.

        No lesionemos más el arte con burdas egolatrías. A final de cuentas todo es vanidad… todo será devorado por el olvido. Seamos solidarios, gentiles con quienes quieren un breve espacio para ser escuchados. Es tiempo de elevar el arte de lo individual a lo social.

miércoles, 18 de octubre de 2017

CONVOCATORIA Antología poética 2017



CONVOCATORIA
Antología poética 2017

  
El sello editorial hidalguense Vozabisal S. A. de C. V. convoca e invita a los escritores a participar en la primera Antología poética 2017, la cual seleccionará más de 50 poemas para editarlos en un libro tradicional.
       Los escritores interesados podrán enviar sus textos conforme a las siguientes bases:


1.            Esta convocatoria está dirigida a los poetas hidalguenses sin restricción de edad o género.

2.            Podrán participar en esta compilación poética si presentan un texto original inédito ya sea en verso clásico (con métrica), verso libre o poesía en prosa con el tema Hidalgo como referencia. Pueden incluir un texto extra, pero la editorial elegirá sólo uno en caso de ser seleccionado para la antología.

3.            Las obras pueden ser escritas en castellano o en lenguas originarias del Estado de Hidalgo como el náhuatl y el hñähñú.  El tema central es el Estado de Hidalgo, su gente y su cultura.

4.            Los participantes podrán enviar un poema con título y una extensión máxima de 28 versos. Pueden ser escritos en verso clásico, sonetos, silvas u otras categorías poéticas.
*Los textos pueden ser escritos en verso libre o en poesía en prosa, y se admitirán sólo si cumplen con las características del género y no rebasen las 28 líneas.

5.            El texto deberá tener un título propio, nombre o seudónimo del autor con tipo de letra Times New Roman a 12 puntos y doble espacio. El archivo tendrá que ser enviado en formato Word a vozabisal@gmail.com y deberán adjuntar una ficha con los datos generales del participante, como son: Nombre y/o seudónimo, lugar y fecha de nacimiento (con una imagen escaneada del acta de nacimiento de Hidalgo e identificación), ocupación y datos relevantes que no excedan de tres líneas.

6.            Deberá el autor referir los motivos que lo inspiraron a escribir su texto. Los motivos propios del autor pueden ser la libertad, la soledad, el amor, un viaje, los pueblos mágicos de nuestra entidad, la gente hidalguense, su gastronomía o su música, que son algunos motivos suficientes para desarrollar un texto poético.

7.            El periodo de la recepción de obras queda abierto a partir de la publicación de esta convocatoria hasta el día 31 de octubre del 2017. Se aceptarán las obras cuya fecha de envío no exceda la del límite de la convocatoria.

8.            Quedan excluidos textos que hayan sido previamente publicados por otra editorial. Participar implica que los autores aceptan de manera incondicional los términos de las bases.

9.            La selección de los textos para esta antología será conforme al criterio de la EDITORIAL VOZABISAL y se publicarán en un libro a finales de noviembre de 2017 obsequiando a los autores ganadores un par de ejemplares.


lunes, 11 de septiembre de 2017

El origen de la corrupción

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Virtud y mérito
                   por Hans Giébe

El origen de la corrupción
         

Hay corrupción desde que se altera el lenguaje, y, por ende, las acciones que se esperaban fueran acordes a la esencia original de las palabras que las impulsan. "Corrupción" proviene etimológicamente del latín corruptio que es la acción y efecto de destruir o alterar globalmente por putrefacción; también la acción de dañar, sobornar o pervertir a alguien. Se compone del prefijo con- (junto, globalmente) que cambia a cor- por asimilación, cuando está junto a una raíz que empieza con r-. Corromper es alterar y trastornar la forma de alguna cosa. Significa literalmente "echar a perder". Luego, todo lo que es susceptible de echarse a perder es corruptible y toda acción que de un modo u otro echa a perder es corrupción.
      El lenguaje es lo primero que se pervierte, lo primero que corrompemos. Desde la niñez, el ser humano está dispuesto a corromper el sentido de sus palabras para proteger alguna acción indebida, o simplemente para alejarse del sentimiento de culpa. Este tipo de corrupción del lenguaje, es decir, la alteración de las palabras conforme a su sentido original, la conocemos comúnmente como mentira. La insanidad con la que actúan algunos políticos en sus discursos, la manera de corromper su lenguaje se ha ido puliendo a través de la historia. Los grandes oradores, si empezáramos a computar desde Demóstenes en Atenas, intentan no dirigirse con la verdad, pues para eso están los filósofos, sino dirigirse a la emotividad de la mayoría de sus receptores. Un discurso puede recaer en el trato de un tema insignificante, pueril, sin la menor trascendencia para quien lo escucha, pero la manera en cómo se habrán de administrar las palabras en los oídos del público, ese trato meloso y emotivo es lo que anhela toda persona al escuchar a alguien.
      Puestas las directrices que debe cubrir un discurso, la exposición de la verdad queda en un segundo término. Entonces es cuando entra la corrupción del lenguaje para cubrir los fines. Incluso los lapsos de silencio son utilizados en muchas ocasiones para llevar un trato emocional con “el pueblo” lo más llevadero posible, o cobardemente para evadir la responsabilidad. Pero, ¿qué impulsa a la corrupción del lenguaje? En primer término, la polución de la ignorancia. Es un efecto de autoconservación y evasión de responsabilidades. El propósito de corromper el lenguaje es simple: proteger los intereses individuales por sobre los sociales. Un niño miente, corrompe el lenguaje, en vez de decir “yo rompí el plato”, prefiere decir “fue culpa del gato y él lo rompió”. Así se escapa de una responsabilidad, se alivia la carga, se evaden las consecuencias.
       Las clases vulnerables, los de abajo, los olvidados, los pobres, debido a la precariedad de vida que deben soportar, son algunos de los que se alejan del sentido propio del lenguaje, lo deforman, hacen resaltar su manejo trastornado de las palabras como si fuera una virtud, hacen concursos de albures, si van a ver el futbol al estadio arrojan improperios en ese mar de emociones colectivas. En vez de decir que un mexicano es inteligente, exitoso, destacado, loable, en México decimos que es un “chingón”. Hay corrupción del lenguaje, hay, sin duda, una alteración del significado de las palabras a modo de la tiranía de las emociones, son impositivas, viles, carniceras.
      Lo que hay detrás de toda corrupción es la alteración de los valores y principios. Siendo que tenemos un orden, ya sea natural o artificial (la norma jurídica), nos inclinamos a accionar de la manera más conveniente y convincente para nuestra codicia y nuestro egoísmo. Es válido, sí, pero en una jauría de hienas, mas no en una civilización.
       Algunos políticos van más allá, pues es a través del discurso que introducen la corrupción del lenguaje. El pueblo le cree cada mentira, lo ovaciona y le da cargos públicos legitimándolos vía elecciones. Y después actúa de la forma más deleznable posible. No roban joyas, autos, no violan, no asesinan, pero sí cometen “peculado” (que es lo mismo que robar pero en gran escala), comenten “enriquecimiento ilícito” (que es lo mismo que robar pero desde el escritorio), cometen “concusión” (que es lo mismo que robar pero abusando de la posición del cargo.
      El origen de la corrupción está en el ser humano. La flexibilidad moral lo protege de cometer cuanto ilícito le sea posible corrompiendo el lenguaje, desde las leyes. La distorsión del lenguaje lo hacen a modo para escapar de la responsabilidad, para encubrir el crimen y protegerse con la impunidad.
      Todo presidente en México, magistrados y ministros y demás funcionarios, deben pronunciar estas palabras solemnes según los artículos 87 y 97 de la Constitución de 1917: “Protesto guardar y hacer  guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.”     

     No ha habido día en que la nación no les ha demandado a cada funcionario que ha fallado en su cargo y sus funciones por el bien y prosperidad de la Unión, y simplemente ellos no actuarán patrióticamente y no guardarán el sentido justo de la ley aunque lo hayan jurado. Sus palabras no tienen valor… seguirán corrompiendo sus principios y la naturaleza justa de las leyes, lesionarán a su pueblo defendiendo como hienas sus propios intereses. Son comerciantes, actores, negociadores, empresarios, pero no patriotas.  

-H. G.

domingo, 23 de abril de 2017

Breve historia del libro




Breve historia del libro
   
      Jamás ha existido sobre la tierra objeto más hermoso que un libro. Jamás el hombre debería estar más orgulloso de un invento que el de la escritura. Se le dice bibliófilo a la persona que le profesa amor a estos objetos de tapa dura y celulosa. Personalmente considero que mi vida sería un pozo de lama ennegrecida sin la presencia de los libros. Esos tesoros de tinta y papel dieron forma a la persona que ahora soy. Sin los libros y su compañía mis días hubieran sido mero soplo de un sinsentido permanente, huecos y laberintos de pesadas horas en el vacío. No puedo concebir cómo un ser humano puede estar tranquilamente toda una vida sin la presencia, el deleite y el consejo de un libro.
       La base física de un libro es el papel. Las palabras biblos y liber significan en primera instancia: corteza interior de un árbol, aunque la piedra fue el primer soporte de la escritura. Los primeros ensayos de una página nacieron tres milenios antes de nuestra era con tablillas de arcilla que los sumerios usaron en Mesopotamia. El stilus era un instrumento triangular para imprimir los caracteres en la arcilla antes de ser cocida.
     Hablar de la historia del libro es hablar de los recursos tecnológicos desarrollados para su manufactura e impresión. La pieza más antigua de papiro se encontró en la tumba de Hemaka, de la primera Dinastía de Egipto, alrededor del 3035 a. C. Un precedente del libro fue el rollo de papiro o volumen. Se utilizaba para escribir un cálamo (tallo de una caña cortado oblicuamente) o utilizando plumas de aves. Algunos sobrepasaban los cuarenta metros, como el papiro de la crónica del reinado de Ramsés III. Se desenrollaban horizontalmente; el texto estaba escrito por una sola cara y dispuesto en columnas. El título se indicaba en una etiqueta atada. Los temas siguen siendo los mismos: sobre religión, política, economía (listados de impuestos, donaciones y ofrendas), didácticos, éticos (máximas y textos sapienciales) y literarios (poemas y cuentos). En sí, un libro tiene el propósito de transmitir información y valores culturales.
       Progresivamente el pergamino fue sustituyendo al papiro. Se atribuye su invención a Eumenes III, rey de Pérgamo. Su producción empezó hacia el siglo III a. C. El pergamino se elabora a partir de la piel de animales como el cordero, la vaca, el asno o el antílope. Las ventajas sobre el papiro es que podía conservarse por más tiempo en mejores condiciones. Se podía borrar el texto.
    Recordemos el uso de los códices en el antiguo México que, desafortunadamente, por una ignorancia y un fanatismo exacerbado, los españoles quemaron por miles. Eran muy similares al pergamino, hechos de piel de venado y otros animales, adornados bellamente por un lenguaje casi extinto repleto de color y figuras mitológicas. En la Edad Media el libro tuvo una evolución dentro de los monasterios. Es en los Scriptoria adoptó su forma oblonga, rectangular. Surgieron las bibliotecas, motivadas por este culto al libro,  ya fueran privadas o institucionales, principalmente del clero.
     En China se elaboraban láminas de bambú, y posteriormente se utilizaba seda en la que escribían con pinceles. El papel fue inventado alrededor del siglo II. La gran revolución llegó con la imprenta de Gutenberg hacia 1440, que abrió el camino a la era industrial de la edición. El libro ya no era un objeto único, escrito o reproducido de acuerdo con la demanda. El acceso a la lectura se hizo masivo y menos costoso.
       En 1540,  el impresor italiano Juan Pablos (Giovanni Paoli) establece la primera imprenta de América en la Ciudad de México. Casi quinientos debieron transcurrir sin modificaciones sustanciales hasta la ruptura que se produjo en los años ´90. La generalización de los códigos numéricos multimedia, el lenguaje binario (0 ó 1) de los textos logró sintetizar y transmitir datos que reproducen hasta imágenes, sonidos y animaciones. El hipertexto mejoró de forma notable el acceso a la información. Había llegado la era de la Internet y el Electronic Book (E-book).
     En 2001, por iniciativa de la UNESCO, se nombró a Madrid Capital Mundial del Libro; un dato abrumador es que el 30% de los españoles no lee ni un solo libro durante el año. Es ridículo que un país que pertenece a la Unión Europea tenga tan bajos índices de lectura comparado con los 47 libros que un finlandés lee en promedio al año. Hablamos no de dos países diferentes en un mismo continente, sino de dos planetas con seres tan distintos. ¿Qué percepción de la realidad podría tener alguien que jamás levanta un libro y lo explora para mejorarse como ser humano?
      Con escasos 20 años de celebración, desde 1995 fue promovido por la UNESCO el 23 de abril como el día internacional del libro. ¿Por qué el invento más importante de la historia apenas tiene 20 años de ser celebrado y reconocido? Si tan determinantes para la civilización han sido los libros como lo fue el dominio del fuego y la invención de la rueda.
      Para el "Día Internacional del Libro" que supuestamente coincide con el fallecimiento de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare en 1616, las fuentes confirman que Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23, mientras que Shakespeare murió el 23 de abril del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del calendario gregoriano. En todo caso, es un día ceremonioso para festejar la importancia de un útil y hermoso objeto como lo es el libro.

lunes, 10 de abril de 2017

Una copa de absenta

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Una copa de absenta

Aunque mi cabello he cortado hasta limitarlo con las ideas, y una corbata ha sustituido mi bufanda moteada de rojos... yo sigo visitando al clan de los bardos, allá, donde anida el caos en una copa de la absenta, en la que una pequeña dama verde con alas recita de vez en cuando poemas hermosos que rebotan en la cúpula de los opuestos. A veces, no miento, esa hada engendra increíbles horrores cuando canta. Transmuto, reincido, me cincelo gustoso en una sola forma engreída para poder cohabitar en otras formas. Escribo esto con los dedos entumecidos de sueños y es justo así, en este momento, cuando me comparo a los poetas.

viernes, 10 de febrero de 2017

Leer a Heiddeger

Vozabisal
    por Hans Giébe


Leer a Heiddeger


      Respecto a Martin Heiddeger... siempre he disfrutado la lectura de cualquiera de sus textos. Es un volcán iluminando la noche. El trabajo voluminoso de Hermenéutica de la facticidad precede en ideas a Ser y tiempo. Sin embargo no todo en Heidegger me parece tener una solidez y un rigor metodológico. Más bien, continúa la tradición alemana de oscurecer las preguntas más simples de acceder mediante el entendimiento. A diferencia de los filósofos ingleses, siempre más apegados a la empiria y a la aseveración sin merodear demasiado en las posibles respuestas, los filósofos alemanes tienden a ahogarse en un sinfín de argumentos meramente adornados con literatura. Este es el caso de Heidegger.  
       La famosa pregunta de "¿Qué es el ser?" es una tomada de pelo refinada, tautológica. En algún momento desarrollé varias ideas al respecto. En síntesis, esa pregunta es inválida, pues 'sólo es lo que es'… es decir, cuando Heidegger hizo la pregunta debió detenerse en "¿Qué es...?" puesto que el "ser" es el vínculo entre los objetos y no un objeto en sí, no es el ente si se pretende ser técnico con el lenguaje filosófico. 
     Es probable que Heidegger, degustador de Descartes, haya hecho ese planteamiento a la manera francesa: Qu'est-ce que c'est?, que quiere decir "¿qué es esto que es?". Lo cual es un cuestionamiento tautológico aberrante para la ontología, pero pronunciada en francés puede ser bastante aceptable. En inglés o castellano sólo decimos ¿what's this? o ¿qué es esto...?" e indicamos el objeto a conocer. Es decir, usamos el índice para indagar y enlazar conceptos. Todo se puede señalar, incluso los lugares hipotéticos donde reposa la nada. Heidegger jugaba como un perro persiguiendo su propia cola dando vueltas y vueltas al hacer su famosa pregunta por el ser.
     Acceder a la filosofía requiere de una secuencia de lecturas cronológicas. Si vamos a elegir a Heidegger para iniciar una travesía por los grandes cuestionamientos metafísicos, debemos indagar un poco sobre sus predecesores. La filosofía pura sigue siendo griega pues en Grecia se ejerció el pensamiento como nunca antes en la historia y como en ninguna otra cultura. No podemos simplemente ignorar la historia del pensamiento. No se puede simplemente ejercer un derecho geográfico eurocentrista. Estamos hablando de la historia del pensamiento universal, por lo tanto es indispensable e ineludible conocer las aportaciones de quienes preceden la causa de la filosofía moderna. 
      El pensamiento científico también es griego. No digo que es necesario aprender griego antiguo, latín, francés, inglés o alemán. Solamente que una lectura sensata de Heidegger nos va a exigir consultar a algunos filósofos previos si queremos asimilar a fondo y no solamente de manera superflua o folletinesca. Por ejemplo, son recomendables las lecturas a grandes rasgos de las obras de Parménides, Heráclito, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche y Husserl. Muchos de los conceptos de Heidegger son de la tradición germana, como el dasein o el ser allí, que tanto ha aportado a la comprensión del concepto de existencia. 
       Hay algunos textos que sí requieren el mayor esfuerzo de concentración y entrega, por ejemplo ¿Qué es la metafísica? y la tan aclamada obra filosófica del siglo XX, Ser y Tiempo, pero hay otros textos de menor rigor técnico, más asequibles al lector iniciático como Carta sobre el humanismo. Leer filosofía no es lo mismo que leer literatura, así sea literatura escrita por los propios filósofos. El lenguaje filosófico puede llegar a ser un mar de terminologías muy especializadas y siempre será referente de la tradición griega.
        

miércoles, 18 de enero de 2017

¿Qué es la filosofía?




Vozabisal
  por Hans Giébe

¿Qué es la filosofía?


      Contraposición de pensamientos, delicia agridulce de la reflexión, un constante regreso a las mismas preguntas y a las dudas. La filosofía es perenne disciplina del pensamiento mirándose al espejo. Un ejercitarse para morir. Si algo se sabe de la filosofía es que no es exclusiva de un gremio, un grupo o una nación. Tampoco ser filósofo es una cualidad de omnisciencia u omnisapiencia. Recordemos que Sócrates era ágrafo, que Diógenes fue un falsificador de moneda, que Nietzsche fue filólogo, poeta y psicólogo (como él mismo se llamaba) y que Foucault prefería no ser llamado filósofo. La facultad de pensar no es exclusiva de un gremio.
     Necesitar de una "licencia para pensar" expedida por la UNAM, no implica que los que no hayan sido egresados de la facultad de filosofía no puedan absorber las grandes obras del pensamiento universal y ejercer su criterio. Ni siquiera leer las obras en su idioma original quiere decir que uno pueda estar por encima de todos. Aprender griego y latín lo más atractivo para incursionar en la academia, pero no determinante para ejercitar la filosofía. El propio Immanuel Kant no sabía griego, y esto se descubre al leer sus obras. Pero Kant es Kant y los lectores distan mucho de aportar una sola idea u opinión a la gran obra de Kant. Allí está la labor de los nuevos filósofos: encontrar derroteros no explorados de la reflexión, si no logran esto en vida, pueden tener las licencias que quieran de las mejores universidades del mundo pero la posteridad no los recordará si no aportan una sola idea que transforme el campo del pensamiento. Habrán vivido como buenos lectores y críticos, pero nada más.
      Al igual que las artes o la poesía, ser filósofo se demuestra con hechos, con el filoso ariete de una simple pluma sobre la hoja en blanco. "Facto, non verba." Esto quiere decir que uno debe ejercitar el pensamiento y si fuera posible aportar aunque sólo sea una idea jamás antes exhibida. Además de una actitud socrática de no pretender creer que se sabe más allá del hecho de ser un ignorante.
      Van Gogh, Cendrars, Rulfo, Satie, no fueron artistas de academia pero revolucionaron el arte. La filosofía es tan maravillosa como el arte y la poesía, que decir que se necesita de una licencia para ser filósofo o para ejercer el pensamiento y la palabra es tan ridículo como decir que se necesita una licencia para ser poeta, músico o pintor. Son campos de la expresión meramente humana y del conocimiento, materias de las humanidades tan especializadas que una licencia para filosofar de entrada parece una broma. Entendamos que la formación académica ayuda para iniciar, pero no es determinante para continuar o concluir una trayectoria de filósofo. Esto, al igual que la poesía y el arte, se demuestra con la propia obra y con una entereza de actos. Michel de Montaigne estudió leyes, Wittgenstein estudió ingeniería aeronáutica, Claude Lévi-Strauss fue un antropólogo y etnólogo, y de paso también filósofo. La filosofía es el profundo ejercicio del pensamiento en todos sus campos.
      En filosofía una cédula de la facultad no implica ser parte de un club donde las palabras clasificatorias de ciertos grupos intelectuales distingan a un "gremio" como si fueran agraciados por las deidades del Olimpo. Más bien, utilizar términos separatistas y snob denigraría evidentemente su calidad de ser filósofos y su acervo lingüístico, los cinco años que debieron estudiar en la facultad para recibir su título se verían fuertemente cuestionados por lo que exteriorizan verbalmente. A un amigo cercano, doctorado en la UNAM en el área de filosofía, con más de 60 libros publicados, multipremiado y honrado con distinciones honoris causa, Enrique González Rojo Arthur, jamás le he escuchado expresiones elitistas para distinguir a los filósofos de los mortales. Es más, ni siquiera a los estudiantes de filosofía amigos míos les he oído términos exclusivistas. Se requiere de mucha humildad para ejercer la filosofía. Esto se sabe desde Sócrates y es la primera lección que debe aprender un filósofo.
      Evitemos caer en la credulidad del sabiondo. Estoy de acuerdo que abordar el conocimiento desde la filosofía es algo muy serio y requiere de mucha fortaleza y dedicación, de mucha constancia y amor. Me gustaría citar a uno de mis favoritos, a Blaise Pascal, quien fue matemático y físico antes que filósofo, un polímata (un polímata es un erudito de amplio espectro, una persona que sabe de todo y en profundidad. Responde al ideal renacentista del homo universalis. Ramon Llull, Leonardo da Vinci o Isaac Newton se ajustaban a este patrón). A los quince años por allá de 1640, Pascal inventó una máquina calculadora. Fallece a los 39 años de edad. Fue un prodigio.  Decía Blaise Pascal en sus Pensées: "Deux excès: exclure la raison , n' admettre que la raison." (Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón). Ser filósofo implica extrema prudencia con los conocimientos asimilados y el cómo se exteriorizan para generar un cambio social.

      Se sabe de muchos pensadores que dejaron su ciencia matriz para dedicarse a la filosofía, pero no sé de ninguno que haya desdeñado a la filosofía para dedicarse a las ciencias. Cuando me preguntan “¿qué es la filosofía?” sin titubeos yo respondo: es el alfa y el omega del conocimiento