Caótico fulmina y descompone.
Renace el vigor, mirada extraviada,
febril caricia, tan siempre extasiada,
quieto universo que todo lo come.
Sean mi religión tus vivos labios.
Expondré mi fe interior en el beso,
frágil inocencia que acude al rezo
y aleja al gélido pensar del
sabio.
Es una exposición de los sentidos.
La desmesura en la delicia blanca,
una enorme desgracia, un gran infierno.
Un beso que se expresa en dos latidos,
un desahogo de pureza santa,
un roce de aquelarre en el averno.
* * *