jueves, 4 de diciembre de 2014

AGUSANADOS

Siempre

la parte más desvencijada

gana.

El rechinar sin pausa de los dientes,

el lado más vil de nuestro ego.

La verdadera naturaleza del hombre

no es más que un pedazo putrefacto

de ánima agusanada.

No me avergüenzo en admitir

que en general estemos gangrenados

por la adulación,

sin una pizca de vergüenza,

con la plena falsedad en nuestras manos,

que se abren y se cierran

sin la menor ofensa.

Escupimos la mentira

en la cara de los otros,

la fertilizamos cuidadosamente.

¿Qué de bueno hay en ser humano?

¿Qué de loable ante las demás criaturas?

Hubo un tiempo

en que éramos centinelas de lo bello.

A mera caricatura descompuesta

hemos llegado,

y nos decimos modernos,

y nos inventamos deidades

para no caer en sinsentidos.

Retirar las quimeras post-terrenales,

¡Quítenselas!,

para que vean que siguen siendo

un implume guajolote.




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