miércoles, 19 de noviembre de 2025

LA BESTIA

En el vagón

una mujer pelirroja,

bajita, de pupila ardiente,

quizás el diablo.

El anciano enjuto y su sombrero 

en la multitud de los andenes,

quizás el diablo.

Un niño siendo amamantado,

silencioso y vigilante,

quizás el diablo.

 

No sé cuántas veces

se me habrá presentado

esa bestia carmesí

mirándome con insistencia.

Lanzando

sus acertijos de presencia

e interpretando a los caídos.

 

Impostor astuto,

con disfraz de barrendero,

de político o mendigo,

de adolescente o de banquero

en el intercambio chispeante

de una brasa en vez de ojos.

martes, 26 de agosto de 2025

NO ARROJES TUS VERSOS

No arrojes tus poemas a los cerdos,

pues así como te juzgan

tú dialogas con la eternidad.

Así de insignificante como te ven,

una flama prometeica te envuelve

y en el suelo o en la pared

embarras el dorado de tu esencia.

 

No arrojes tus poemas a los cerdos.

Para intercambiar poemarios con tus pares,

así hayan sido escritos

en papel estraza

y unidos con dos grapas

con manchas de café.

 

No arrojes tus poemas a los cerdos.

Maldice a todos

los que no se han enamorado con poesía,

porque no entienden tu dolor.

 

No arrojes tus poemas a los cerdos,

pues son bolitas afrutadas

con su redondez de uva

abierta con el filo de los icebergs,

 

No arrojes tus poemas a los cerdos

ni su belleza que resguardan,

pues se te han dado en comodato

con la geometría y otras perfecciones,

un prisma empotrado en el silicio

y su arte de lo "non finito".

martes, 24 de junio de 2025

LUZ A LA LUZ

          Al gran poeta y amigo, Genaro González Licea


El poeta debe ser la herida,

una herida que hiere y ensalza, 

que ampula y explota 

sin cauterizar el laberinto. 

Una herida que revienta 

a todo aquel 

que no haya estado herido.


A quien le falte una incisión,

que acuda a la navaja del poeta

para punzar allí 

donde el nervio salpica

los impasibles rostros de la bruma.


El poeta envía un telegrama 

a la neurona

para que siga azuzando la sangre. 

Porque, alarido es la herida,

y la garganta un remolino 

donde se aviva. 

Es el cabrilleo de un quásar,

a su suerte abandonado,

para dar a luz 

a la luz.


Alguna vez

el poeta metió su mano a la bolsa 

de un pantalón descolorido

como buscando una moneda, 

pero solo palpó un agujero 

que lo tocó primero 

con su oscura cicatriz  

y algo de pelusa 

de un vacío que se vacía. 

Bebió del cuenco de sus manos 

la tristeza de la infancia,

llenado muchas veces 

por goteras de una casa 

enyerbada entre la milpa.


La lágrima se evaporó

mientras el poeta era un petirrojo 

avasallado por la lluvia,

y su recuerdo,

un mural herido 

agrietándose en el otoño.  


El poeta 

aún se hiere en las madrugadas

consigo mismo,

en la alcoba del ente,

tan gélida

como la soledad de los muertos

y más dura que el basalto

aromado por un grano de café. 


Él escucha para sí y traduce 

el susurro de los grillos,

el rezumbar del mosquitero

que ha atrapado

las variadas notas y los timbres

con la lengua de los sapos.

El poeta ve 

en el blanco de la hoja

la muerte de todos,

y, la muerte del todo,

en la punta de su pluma.  


Jamás le faltó projimidad

ni empatía con los caídos.  

Él, se quitó 

el pan de la boca 

para colocar un verso

en la boca del enfermo.

Jamás le faltó nada,

pues siempre tuvo a la poesía. 

 

Ese poeta 

quiso dejarle una herida a la vida,

y lo logró. 

Recordarle que, 

él fue la herida 

mucho antes de la herida.

viernes, 30 de mayo de 2025

EL ÁRBOL DE FUEGO

 

 

  

Para celebrar la primavera con vehemencia

y disipar los cirros en el aire,

he avivado la ráfaga fueguina

en cada lengua de la rama. 

A cambio, 

he recibido del dorso

de un maravilloso árbol de fuego

el perfume de una amante

en un sarcófago de ámbar

cubierto de lúbricas canciones.

Mujer,

¡cuánto mundo te he perdonado,

cuánto respiro terrestre

destilando su jugo en las esteras!

Para seguir exhalando en las cumbres

los rubores de la tarde

como guardian y fogonero,

como esos poetas y chacales 

que al diablo custodian 

para apaciguar su intensa llamarada.

Ese árbol de fuego 

que por las noches ha velado mi sueño

y por las mañanas yo el suyo

ha crecido en medio de la urbe,

adornando cementerios de concreto, 

tan mecánicos y estériles, 

como un termitero de carne. 

Al cobijo de un árbol de fuego, 

me vi bailar 

con ninfas y faunos

incitándolos a la prostitución. 

Una fiebre me arropaba

como una marea de luciérnagas 

a contra viento 

y una cimitarra que con su filo 

dividía el rojo y sus contornos. 


León, Guanajuato.

jueves, 24 de abril de 2025

LA ESCAMA DEL AMANTE (Octosilva)

 

                                      Culebra chirrionera o serpiente látigo rayada 

                                                               (masticophis laterales)


El centígrado punzante

delineó gustoso el algodón etéreo,   

la feral corchea en el dorso del diamante  

y las formas de la nube.

Su látigo fue el siseo, 

trinchete gustativo que elevaba al cielo

enroscado breve en radiantes mirasoles.

Un coágulo brillante

cayó en el adoquín de esmaltes y de vértebras

bajo columnatas de terso camuflaje.

Hermosísimas serpientes 

arrullando a las rocas con su pecho urente, 

con un colmillo de cicuta y de deseo 

y en su ofidia lengua el verbo

con la perpetuidad del sol y sus clamores, 

de amores varios consumados en penumbra. 

Miedo siempre compartido, 

de engullir o ser mordido

por un temblor abigarrado de apetitos

y geometrías de delicioso trazo 

en la escama del amante.