Jamás he comprendido a la belleza.
Si
es que acaso tiene los labios dulces
o
llena el ánima de oscuros goces.
Comparto
su extraña naturaleza.
Dicha
en tu cuerpo, también en tus dones.
Te
ofrezco devoción y culto fiel
a
tu blancura y tus ojos de miel,
al
cabello de enigmáticas noches.
Miradas
profundas serán el templo.
La
divina sensación de quien besa
claro
de luna y caricias al viento.
Yo
jamás comprenderé a la belleza.
Caprichosa,
una fábula del tiempo
que
con sus labios dulces me embelesa.
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