miércoles, 21 de diciembre de 2022

INFORME DE UN ECOCIDIO

Al monte lo han rajado a la mitad, 

al árbol le han cercenado sus tobillos

y a mí me han roto el corazón. 

So pretexto del progreso 

asesinan impunes la natura, 

so pretexto del dinero, 

asfixian a las aves y los cielos. 

Nada justifica este ecocidio, 

bien habrían cabado un túnel 

para salvaguardar

al cahuiche y al petirrojo. 

Pero el progreso que cultivan 

es el manso beso de la muerte.


Se engañan

queriendo engañar al destino. 

Vendrá un revés profundo, 

el golpe definitivo para apaciguar

la codicia de la turba

que sobre jeeps y cuatrimotos 

enmudecen el canto del cenzontle 

y perturban el sueño de los peces,

queriendo exprimir 

hasta el último rescoldo 

de bonanza y de paisaje. 


Dinero dinero, dinero.

Agiotistas, banqueros y bufones. 

El dinero es de los muertos. 

Negocios, proyectos, dividendos.

Pero Caronte solo pide

dos monedas por su oficio de barquero,

nadie necesita más 

para un paseo en lancha y sin retorno. 


No entienden que la magia 

de un pueblo es que permanezca pueblo.

¿No han entendido que la magia es

ver un monte sereno, 

al prisma con sus vértices intactos 

y a los manantiales cristalinos?

Pero todo lo queremos ver ciudad, 

un circo, un carnaval, 

una gran fosa y la zalea

de un cacomixtle disecado 

en cada chimenea de sus cabañas. 


Querrán beber la magia de los bosques, 

cuando el desierto impere. 

Querrán caminar junto a los ríos, 

cuando el pecho de la peña seco quede. 

Barrenan toda luz como el gusano, 

Barrenan la esperanza 

y perforan la médula del árbol. 

Nosotros somo los gusanos.


Sus chalets 

estarán rodeados de muros

pero no de encinos,

el agua que beban

estará envenenada por tanta cañería

y con los ácidos del artificio. 

Cada gota costará 

lo que a la naturaleza le ha costado 

armar de alas a la oruga. 

Y nadie podrá pagar ese precio. 

Jamás podremos saciar

el vacío ventral que nos aqueja. 


Cada que querramos capturar lo bello, 

se fugará al instante. 

La belleza no nos pertenece. 

La belleza huye del caníbal. 

La belleza aborrece la política. 

Todo quedará bajo el concreto

y la única magia

que se ofrezca a los turistas

será un charco sucio con sapos

rodeado por un par de sabinos.


Y seguirán pagando 

por mirar el espectáculo

de esta naturaleza que agoniza. 

lunes, 14 de noviembre de 2022

El bonsai y la catana (soneto)

                 


 










             Para Martha Obregón Lavín

              con amistad y afecto. 


Hoy me siento más cerca de las letras 

que de la propia carne de mi cuerpo.

La misma carne que aprisiona lento

en el invierno de praderas quietas. 


Hoy me vino el vino de un haiku suelto

como una flor en el cerezo envuelta

en meditación su profunda e incierta. 

con sus tres versos de katana puestos. 


Su imagen es un saque apetecible. 

Bajo el bonsái y de capilar funesto, 

un samurái con armadura y sable. 


Me siento tan alejado del resto 

de cuya letra es grieta venerable 

y mi poesía un cantar modesto.

sábado, 15 de octubre de 2022

La despedida


Me esperó solemne 

a que regresara del infierno

donde la gran ciudad colapsa. 

Estaba extendido, 

exhausto de esta vida

pero tenía aún las fuerzas 

para ronronearme tiernamente.


Esperó a que la muerte 

dejara de tentarme tan discreta 

y él se le ofreció en sacrificio

para obsequiarle 

unas bocanadas más 

a este portador del fuego.


Me dejó 

devolviéndome todas las caricias 

que le profesé por las mañanas, 

y todas esas palabritas dulces 

que inventé para su oído.


Me dejó 

para que yo atestiguara

de una forma seca pero hermosa 

que todo se marchita 

para abrirle paso a los inviernos.

sábado, 24 de septiembre de 2022

LA LISURA DE TU VOZ

 

                              Hans Giébe, autorretrato (2022)   

                           

Aquel labial 

al filo de la copa

no era tuyo, 

pero hay 

una manera de saber

si ese resplandor

fuera acaso un abalorio

que hablara sobre ti. 

Si esa forma de caricia,  

que aún me hiere

fuera acaso 

un filoso tajo al viento, 

de alba en alba, 

en el hueco abocardado 

en lo distante. 

Quizás hayamos habitado 

otros cuerpos, 

otras sombras,

repitiendo símiles anhelos. 

¿Te acuerdas de la diáfana luciérnaga

bailando en la orilla del cristal, 

y del vestido que moldeaba

tu silueta con pétalos negros 

en ollines apacibles? 


Aquel labial 

al filo de la copa

no eran tuyo. 

Y me fui, 

pero se quedó mi fuego, 

la lisura de mi voz ardiente, 

y mi cabello salvaje

sobre cada monumento. 

Mis latidos me llevé 

entrecortados por dejarte. 

Pero se quedó mi rostro, 

uno que enmarqué 

de letras y vacíos 

al muro tatuados. 

Quise no irme

y dejarte el aroma del relámpago, 

mi niebla toda 

en el encaje de tus manos. 


Aquel labial 

al filo de la copa

no era tuyo, 

pero me bebí el vino 

asentado hasta su fondo. 

Un vino de vergeles afrutado

y colmado de ilusiones. 

miércoles, 24 de agosto de 2022

El río de las lajas


Descanso sobre alfombras  

de helechos que bostezan 

en onduladas picas

de isocieles y de clorofila,

sobre musgo y sobre piedra. 

El agua es cabellera

alrededor de pétreas cuencas 

en palaciegos patios de granito.

Aquel árbol hiende la luz

con su fémur hueco 

en los poros de su dorso. 

Cada golpecito 

del agua sobre el agua

interpreta música sedante

mientras un bosque mitológico 

vigila sabio, imperturbable. 

Alusión al gigante 

que prefirió contemplar 

antes que dar la zancada 

de los que mueren a prisa 

en las ciudades.

Retoños lenguados, 

palmas invertidas de gamuza,

sapos, mariposas, peces. 

Caminantes 

de una tierra sin fin. 

Estrellas negras de obsidiana 

que brotan de la tierra 

para alumbrar a un prisma

que se hermosea a sí mismo 

cuando se repliega con los suyos. 

domingo, 31 de julio de 2022

Luciérnagas

A la luz 

le nacieron alas, 

antenas glamurosas 

que perciben holocaustos 

y una herradura diminuta 

que se cierra 

ante la lluvia ennegrecida 

por tanta ira acumulada. 

Una luciérnaga 

que roza mi cabello, 

presintió el hastío

anegado entre los juncos. 

Profunda en su aleteo, 

como una veladora etérea, 

está dispuesta 

a devorar lo oscuro 

para contrastar la noche

con su titilate ronroneo. 

Luciérnaga que violas

lo imperturbable

lo indecible, 

el silencio de la calma. 

Inseminas caracoles  

en busca del otoño por venir. 

Diminuto led, 

ingrávido relámpago 

atrapado tras el voltio 

de una glándula. 

Fluorescencia a parpadeos, 

luciérnaga bendita,

milagro de los cielos 

hecho insectívora centella

de cegadora euforia 

contra mis raídas cuitas.

Cuando me vaya,

vendrá por mí

una peregrinación de luces 

que confundiré con hadas. 

jueves, 30 de junio de 2022

Una ilusión


Tu imagen, 

miel solar que me aprisiona,

que atraviesa una cortina

tostada por su luz, 

y se detiene, 

dejando entrar el aire

por los diminutos poros 

de esa habitación ajena. 

Desnudez la tuya, 

desnudez la mía. 

Ambos cuerpos que se niegan  

a la tempestad de los años.

Una vez afuera, 

se desmorona la tarde, 

se desvanece la nube

mientras en el retrovisor

miro tus ojos.

Aún palpita en ellos

toda cosa viva, 

todo fuego 

agazapado en tus pestañas. 

Pasamos 

aquellos llanos incendiados 

para ver cómo agonizaba

la montaña,

la hoja de maíz, la cebada, 

y cada insecto 

dormitando bajo el pasto. 

Lo nuestro se diluye, 

pero tus labios 

aún resguardan suaves 

su jugo radiante  

que supo apaciguar la muerte 

y cada hora de tristeza

muy arrinconada 

en mi interior. 


lunes, 23 de mayo de 2022

La sumersión de Sodoma

Solo en las noches 

las formas pierden su forma

y uno se halla 

en el cenit de los abismos. 

Entonces, 

aquella ciudad 

que fuera para mí un ente, 

un perfume, una dama,

naufraga vestida de neones. 

A estas fechas 

se habrá hundido 

en su propio tumulto, 

en los abultados senos 

de una urbanidad amorfa. 

En ese apretujar de carcajadas  

que en ondas repetidas festejaron 

la pudrición de cada rosa, 

y celebraron a su reina 

con un aquelarre de sombras. 

La soledad de los cetaceos

habrá sido estrellada en los acantilados, 

suavemente, 

con su único arpón a la deriva

y ese aroma dulzón a muerte

frotada entre la carne

que se evapora en las olas. 

Sodoma fue tragada 

por el Mar del Norte 

cuando los eriales resintintieron

el deshielo de los polos.

En ese tipo de tragedia, 

hasta la poca tierra se agusana. 

Que se descubra de una vez 

la falsa bondad de los tan demasiados

 y se perfeccione su odio

en destrucción y ruina. 

Que en el fondo del agua salada 

sólo quede una silueta

y muchos huesos de cantera

arrumbados en un camino  

que recuerda su pulcritud 

y el adoquín. 

ahora repleto de cangrejos. 

jueves, 28 de abril de 2022

Mi musa es

Cierta clarividencia 

que proviene del costillar de mi voz 

e imanta todo átomo viajero, 

toda célula latiente. 

Es fuselaje de luciérnagas, 

de memorias rasas.

Un raro voltaje de estremecimientos. 

Yo le llamo musa 

a todo lo que me empuja 

a recrear el mundo o a destruirlo

sin esquemas ni bocetos. 

Le llamo musa

al latigazo de rabia

y de éxtasis, 

al diálogo nocturno 

entre el sueño y la palabra. 

Mi musa se baña 

ofreciendo su dorso 

en fuentes de nébula y resina

para volverse 

transparencia de agua,

eclosión de fuego, 

devenir en néctar que me abrasa. 

Ella me consume 

con un deseo caníbal. 

De este modo viene a mí 

para traer

con el cuenco de sus manos 

el flujo de su alquimia

entre los pliegues 

de esa boca oculta suya. 

Reaviva esta vista enferma 

de mundo y de materia. 

Con las piernas al desnudo, 

mitad cubierta por telares, 

me arrulla con redes finas,

transparentes, 

bajo oscuras pantimedias

desgarradas

que abren sus misterios

para infiltrar su savia

entre mi carne. 

Mi musa es el viento, 

la hoja que repudia la rama 

y se entrega a los vacíos.

Mi musa es 

todas las mujeres en una. 

La mujer flor, la mujer árbol, 

la mujer lluvia. 

Mi musa es esa espina

en medio del oráculo, 

una canción

que me envina de versos 

hasta ahogarme.

lunes, 28 de marzo de 2022

Huitzilin

Zumba el colibrí 

con su diáfano aleteo 

suspendido, fugaz, etéreo. 

En la tersa flor su iris diminuto

con el mundo se extasía. 

Bajo el disco solar

Huitzilin viste de topacios, 

verdes, metálicos rubíes.

Sus plumitas enloquecen

al efervescer su corazón

de una dicha atemporal. 

Apenas una brasa, 

un inquieto parpadeo

y la vida le retumba. 


Chupamirto alegre 

ancestro furioso

que gustaba de tostar la piel 

del hombre nómada. 

Zumba el colibrí

y evoca la guerra 

batiendo sus brazos

de polvo y de aire. 

Mensajero crístico

que al titilar la seda 

una araña se sonroja. 

A mil doscientas veces por minuto 

tamborilea su pequeño corazón. 

Los nómadas de Aztlán

en aquellos días de lluvia 

fueron guiados 

por la minúscula deidad

y su pequeña lanza 

para robar la miel de las flores. 

Nórdico o suriano

el monstruoso mundo no te aterra. 

Huitzilin 

y los hijos de Huitzilopochtli 

fueron llevados ante el águila 

y ante la serpiente 

justo cuando florecía

el rojo fruto del nopal.

viernes, 25 de febrero de 2022

Suturas

 No importa 

en cuántos mundos 

se fragmente un vaso. 

No importa

si una púa inoxidable 

delinea las suturas 

que la herida centellea 

sobre el pecho. 

Bajo su tutela 

el absoluto agrieta las minucias 

pero no las quiebra, 

las deja respirando

en su camisa de fuerza, 

en la crisálida y el harapo 

que en disposición están 

a contener la fantasía.

Sin menoscabo de los otros,

una rota carátula marca

la rasgadura de las cosas, 

y se apoya con su péndulo 

para triturarlo todo cuando sueñas. 

Después de la cicatriz

nada regresa al mismo punto. 

La perfección, 

asincerándonos si gustan, 

no se encuentra en la entereza

que se procura uno mismo, 

sino en la cópula precisa 

entre el anhelo y el destino.

lunes, 10 de enero de 2022

UN LIBRERO



El hollin de una sombra

espolvorea

el librero que dormita

y resguarda como tumba

a cierto mirasol ardiente 

disecado entre las páginas.

La rojez de mi aliento 

con su vapor consume

el fósil de una sílaba 

que subraya el pie de la lectura. 

Sanguíneo el engranaje es

de un hongo dentro mío que palpita

empujando a los actores. 

Hojeo un libro de pasta antigua, 

a corazón abierto, 

alimento su potente caldera 

de insinuado hierro, 

que si quiere avanza 

por los surcos de los llanos

o si quiere abre

los rieles de una carne femenina.