Que sea el olvido
el más letal de mis desprecios.
Ante tu sapiencia de témpano,
calculadora dama,
la media vuelta es cura.
Ni una mirada
merece la flor que al poeta
no devuelva la sonrisa,
ni una palabra
merece el silencio.
Todo se ha volcado en ruinas,
los tesoros de Urano,
la desbocada aurora
que nos empuja a su abismo.
Un griterío de insomnes
que a nadie deja descansar
y arrastra cierta soledad dolora,
que en maledicencia mía,
te arrojó para que vuelvas
a mis brazos,
porque posees por esta vida
el mismo hastío que yo,
por esta niebla
que en su vapor se obstina,
el mismo hartazgo
por las cosas,
por los seres
y por cada minucia que flota
en la opacidad de tus ojos
que maltratan hondo.
Es por ello,
que sea el olvido
el más letal de mis desprecios.
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