Quisiera
prensar con mis dedos
la
última sonata que se va en el horizonte.
Llevarla
conmigo, resguardarla.
Imagino
que todo podría desaparecer
e
intento poner bajo mi custodia
cada
diminuta voz bajo la hierba
y
el único trozo
de
auténtica música que resuena
bajo
las escamas del árbol moribundo
y
caído.
Sé
que no puedo detener la devastación
de
esas criaturas llenas de notas preciosas.
Pero
no entristezco, escribo y escribo,
para
atesorar las últimas cosas terrenas
que
hallaré bajo mi ardorosa lengua.
* * *
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