sábado, 25 de septiembre de 2021

COLOSO

Qué afortunado es el hombre

que en los vientos

esparce sus cantos

y sobre la roca señoríos. 

Afortunado es el hombre 

que la montaña reconoce 

como suyo. 

Hace mucho 

que Polifemo se volvió granito

y Heracles un coloso mineral. 

Pero el poeta 

es plumaje etéreo,  

habitante de las nubes, 

una sombra que se alarga

hacia los valles

y que lejos está de los condados 

donde el buitre se acicala.  

El poeta debe caminar herido 

no por persona alguna 

sino por la luz de sus saetas,

porque cercano es del águila 

y cercano de la estrella. 

El poeta debe ser la herida

que los vientos acarician, 

pues no hay manera 

de entender la vida,

sino a través 

de las profundas grietas 

que en la roca dejan

las caricias de la lluvia.

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