El píar de la nostalgia
que en el nido aguarda
en famelica postura
a su madre triturada
por la ausencia de los ríos
en ese desecado pico suyo.
En mi jardín les procuro
un barandal y una pileta
a la golondrina e hijo,
y la frescura diamantina
de la esperanza
para que acaricien el vuelo
de nuevo brío.
Les procuro el privilegio
de una sed saciada e incolora.
También a las hadas
con sus alitas rotas
por la espesa realidad
y una lógica enmohecida
bautizada con salitre.
Le procuro a todo ser alado
un descenso sin colmillos
o la asfixia por instinto
al capricho de mi gato.
Porque necesito de sus cantos
apenas me despierto,
para que endulcen
la amargura estática
y el albedo en la mañana
ya sin sol ni carnavales.
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