Solo en las noches
las formas pierden su forma
y uno se halla
en el cenit de los abismos.
Entonces,
aquella ciudad
que fuera para mí un ente,
un perfume, una dama,
naufraga vestida de neones.
A estas fechas
se habrá hundido
en su propio tumulto,
en los abultados senos
de una urbanidad amorfa.
En ese apretujar de carcajadas
que en ondas repetidas festejaron
la pudrición de cada rosa,
y celebraron a su reina
con un aquelarre de sombras.
La soledad de los cetaceos
habrá sido estrellada en los acantilados,
suavemente,
con su único arpón a la deriva
y ese aroma dulzón a muerte
frotada entre la carne
que se evapora en las olas.
Sodoma fue tragada
por el Mar del Norte
cuando los eriales resintintieron
el deshielo de los polos.
En ese tipo de tragedia,
hasta la poca tierra se agusana.
Que se descubra de una vez
la falsa bondad de los tan demasiados
y se perfeccione su odio
en destrucción y ruina.
Que en el fondo del agua salada
sólo quede una silueta
y muchos huesos de cantera
arrumbados en un camino
que recuerda su pulcritud
y el adoquín.
ahora repleto de cangrejos.
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