Vida,
ya no me descarnes
llevándote lo que amo.
Muerte,
en tu oscura mariposa
has cargado mi destino.
Hoy,
las tristezas se deshojan
marcando coloridos surcos
sobre las banquetas.
Son días de luto celebrado.
Cierto bailar en el infierno
pero ya sin música.
De los que aún caminan
quise ver sus corazones,
mas no sus atuendos.
El ojivacío que abotona su rostro,
la miel seca
de su mortuorio canto,
tan aparente como diluido.
Su fluorescia evaporada
de copal y de naranjas,
de pétalos henchidos
con lágrimas de cera.
Porque, ¿sabes?,
los muertos también envejecen
y las cosas que dejan pendientes
son una telaraña blanca
detrás de su osamenta.
Y la vuelven a tejer
cada que regresan al altar
para desmigar
el vientre de los panes
y alargar la hebra
del sabroso pulque
con la dulzura del bocado
que se otorgan las familias.
No comments:
Post a Comment