martes, 26 de noviembre de 2019

AUTOFUSILAMIENTO (silva)


AUTOFUSILAMIENTO

      Al general Felipe  Ángeles


Aquel día, aquel sol
de piel calcárea, de rostro insomne
acurrucado entre las burdas piedras,
miró a un hombre; miró sus duras penas.
Y el helio rojo de su corazón
se cubrió de sollozos
por cada temblorosa bayoneta
del pelotón aullante,
bajo la sombra errante, casi yerta,
ante la orden del propio ejecutado.
El mismo sol, lumbrera
miraba el polvo de perfil rajado.
Codiciado el valor de fiera leva
de águila en sí, con su filoso sable,
con el puño izado lleno de sangre,
pues el héroe confrontó la sal,
las plomizas balas, de par en par
con la agrietada voz en la alborada.
que el astro en su blancura
por vez primera vio,
de todos los mortales
y su tal pequeñez llena de males.
Cuando una mariposa
abanicaba su último suspiro
se encendió la pólvora llameante.
La precisión de todos los morteros
bien fue determinante
para oír al relámpago
quien azotó gustoso al enemigo.
Los Ángeles mutilaron sus alas.
para saberse de este mundo amargo.
Los Ángeles revelaron su casta
de símil fiel hechura
que la honda noche vasta.
Rauda marea en gránulos de luz
al pobre con su cruz
de expandido lumpen, cuasi olvidado.
Al hombre defendía
con ingenio y bella geometría
Siete cuerdas de una guitarra rota
llevarían consigo su silencio.
El titilante matiz de lo oscuro,
porque oscuridad hubo en nuestro pecho,
y nada más aullante en el acecho.
que el alba fluorescente
caída de la nube
tocando al pequeño cosmos de su iris...
¿Y qué nos quedará?
sino lo lumínico y su mirada
en ese paredón enmudecido
donde nuestro héroe canta al futuro.


-Hans Giébe
Zempoala, Hidalgo 2019

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