"No
quiero declamar poesía”,
respondió
la salamandra.
“Yo
quiero escupir mi fuego,
revolcarme
en las brasas del verbo
como
acostumbran mis hermanas.
Enarbolar
la callada noche
para
salir de mí
y
del moribundo canto del juglar.
Increparlos
por la futilidad de los siglos,
por
la inutilidad de sus cantos.
Y
me preguntan si he jugueteado
con
la eternidad entre mis dedos.
Pero
yo sonrío,
y
un grito amargo se me escapa
al
mirar la corrosión de los días
y
de los hombres.
Me
vuelven a preguntar, pero he dicho
que
yo no quiero declamar poesía".
* * *
No hay comentarios.:
Publicar un comentario