Todo muro es un infinito lienzo
donde
se escurre pálida la luz
al
fenecer la tarde.
Un
muro que será tu hogar y patria
amado
muralista,
que
el telar de la roca
y
el ladrillo expuesto de color brillen
ante
el ojo del sol
siendo
extenso y amplio nuestro bastidor
para
trazar siluetas de magentas
y
añiles absolutos.
Nadie
te detendrá
de
cultivar el cambio, muralista,
ni
el diluvio en picada,
ni
su hambre taciturna.
Si
todo muro espera que un milagro
de
tus manos lo saque de la muerte,
lo
extraigan de lo inerte.
Sendero
de luceros palpitantes
cólera
y hechizo de un cielo salvaje,
el
muralista hermano,
quien
se opone a aquel convencionalismo
del
rabioso tumulto posmoderno
y
su hambre de florines.
Todo
mural quebrantará los grises,
los
grises pardos de las casas tristes,
las
voluntades rotas,
del
peatón incauto
que
nada lo motiva o lo conmueve
conforme
al paso de sus cortos días,
Tú,
hermano muralista,
has
de reanimar al terco mundo,
ya
estéril y en desahucio
como
aquel fruto seco
sembrado
en el desierto citadino.
Ardiente
jabalina
bien
será tu pincel con los primarios
para
carbonizar los claroscuros.
elevando
tu trazo y tu protesta
batidos
de matices incendiarios.
Rescatarás
tu historia,
de
toda corrupción y de miseria,
la
dura explotación del oprimido,
desigualdad
en pena.
Eso
nos enseñaron los tres grandes,
los
pilares de nuestro Muralismo,
y
un hidalguense que nos demostró
que
en el arte no hay tregua,
que
la ignorancia y la estrechez de mente
enemigos
nuestros son, lo grotesco
que
se debe abatir,
que
habrá de desollar,
con
nuestros finos trazos incendiarios
hermoseados
con sus pedernales.
Al
pincel creativo
un
muro no demarca sus fronteras.
Los
muros son cercanos horizontes,
primavera
en crecida
donde
nace la vínica esperanza,
y
el arte nos impulsa
con
broquel de belleza consumada.
Para
ti, para mí, para nosotros,
que
ya hemos recibido
el
constante mandato creativo
como
fermento de fraternidad,
no
existen paredones que rehúyan
al
llamado tribal.
Nacimos
uno sólo,
a
la par del color y la alegría.
No
hay países, ni muros, ni fronteras.
Nacimos
uno sólo
para iluminar estas calles frías.
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