lunes, 26 de abril de 2021

MURALISTA (silva)

                              "Hñahñu", mural de Hans Giébe en 
                       La Colonia Morelos, Mixquiahuala, Hgo. 2016


Todo muro es un infinito lienzo

donde se escurre pálida la luz

al fenecer la tarde.

Un muro que será tu hogar y patria

amado muralista,

que el telar de la roca

y el ladrillo expuesto de color brillen

ante el ojo del sol

siendo extenso y amplio nuestro bastidor

para trazar siluetas de magentas

y añiles absolutos.

Nadie te detendrá

de cultivar el cambio, muralista,

ni el diluvio en picada,

ni su hambre taciturna.

Si todo muro espera que un milagro

de tus manos lo saque de la muerte,

lo extraigan de lo inerte.

Sendero de luceros palpitantes

cólera y hechizo de un cielo salvaje,

el muralista hermano,

quien se opone a aquel convencionalismo

del rabioso tumulto posmoderno

y su hambre de florines.

Todo mural quebrantará los grises,

los grises pardos de las casas tristes,

las voluntades rotas,

del peatón incauto

que nada lo motiva o lo conmueve

conforme al paso de sus cortos días,

Tú, hermano muralista,

has de reanimar al terco mundo,

ya estéril y en desahucio

como aquel fruto seco  

sembrado en el desierto citadino.

Ardiente jabalina

bien será tu pincel con los primarios

para carbonizar los claroscuros.   

elevando tu trazo y tu protesta

batidos de matices incendiarios.

Rescatarás tu historia,

de toda corrupción y de miseria,

la dura explotación del oprimido,

desigualdad en pena.

Eso nos enseñaron los tres grandes,

los pilares de nuestro Muralismo,

y un hidalguense que nos demostró

que en el arte no hay tregua,

que la ignorancia y la estrechez de mente

enemigos nuestros son, lo grotesco

que se debe abatir,

que habrá de desollar,

con nuestros finos trazos incendiarios

hermoseados con sus pedernales.

Al pincel creativo

un muro no demarca sus fronteras.

Los muros son cercanos horizontes,

primavera en crecida

donde nace la vínica esperanza,

y el arte nos impulsa

con broquel de belleza consumada.

Para ti, para mí, para nosotros,

que ya hemos recibido

el constante mandato creativo

como fermento de fraternidad,

no existen paredones que rehúyan

al llamado tribal.

Nacimos uno sólo,

a la par del color y la alegría.

No hay países, ni muros, ni fronteras.

Nacimos uno sólo

para iluminar estas calles frías.