Los gusanos
que brotan del cuerpo inerte
habían estado en él
desde que fue concebido.
Ha llegado la hora de salir
y deambular,
por la nariz, el ano, la
boca…
por cada harapo de rasgada
piel.
Ellos no son extranjeros,
son como el alma,
están allí pero no los
vemos.
La duda queda excluida
y una verdad metafísica
ha sido revelada:
¡El alma existe!
(no lo discutamos más)