Al
monte lo han rajado,
al
árbol le han cercenado sus tobillos
y
a mí me han roto el corazón.
So
pretexto del progreso
asesinan
impunes la natura,
so
pretexto del dinero
asfixian
a las aves y los cielos.
Nada
justifica este ecocidio,
bien
habrían cavado un túnel
para
salvaguardar
al
cahuiche y al petirrojo.
Pero
el progreso que cultivan
es
el manso beso de la muerte.
Se
engañan
queriendo
engañar al destino.
Vendrá
un revés profundo,
el
golpe definitivo para apaciguar
la
codicia de la turba
que
sobre jeeps y cuatrimotos
enmudecen
el canto del cenzontle
y
perturban el sueño de los peces,
queriendo
exprimir
hasta
el último rescoldo
de
bonanza y de paisaje.
Dinero,
dinero, dinero.
Agiotistas,
banqueros y bufones.
El
dinero es de los muertos.
Negocios,
proyectos, dividendos.
Pero
Caronte sólo pide
dos
monedas por su oficio de barquero,
no
necesitamos más
para
un paseo en lancha y sin retorno.
No
entienden que la magia
de
un pueblo es que permanezca pueblo.
¿No
han entendido que la magia es
ver
un monte sereno,
al
prisma con sus vértices intactos
y
los manantiales cristalinos?
Pero
todo lo queremos ver ciudad,
un
circo, un carnaval,
una
gran fosa y la zalea
de
un cacomixtle disecado
en
cada chimenea de sus cabañas.
Querrán
beber la magia de los bosques,
cuando
el desierto impere.
Querrán
caminar junto a los ríos,
cuando
el pecho de la peña seco quede.
Barrenan
toda luz como el gusano,
Barrenan
la esperanza
y
perforan la médula del árbol.
Nosotros
somos los gusanos.
Sus
chalets
estarán
rodeados de muros
pero
no de encinos,
el
agua que beban
estará
envenenada por tanta cañería
y
con los ácidos del artificio.
Cada
gota costará
lo
que a la naturaleza le ha costado
armar
de alas a la oruga.
Y
nadie podrá pagar ese precio.
Jamás
podremos saciar
el
vacío ventral que nos aqueja.
Cada
que queramos capturar lo bello,
se
fugará al instante.
La
belleza no nos pertenece.
La
belleza huye del caníbal.
La
belleza aborrece la política.
Todo
quedará bajo el concreto
y
la única magia
que
se ofrezca a los turistas
será
un charco sucio con sapos
rodeado
por un par de sabinos.
Y
seguirán pagando
por
mirar el espectáculo
de
esta naturaleza que agoniza.