Vozabisal
por Hans Giébe
¿Qué
es la filosofía?
Contraposición de pensamientos, delicia
agridulce de la reflexión, un constante regreso a las mismas preguntas y a las
dudas. La filosofía es perenne disciplina del pensamiento mirándose al espejo. Un
ejercitarse para morir. Si algo se
sabe de la filosofía es que no es exclusiva de un gremio, un grupo o una nación.
Tampoco ser filósofo es una cualidad de omnisciencia u omnisapiencia.
Recordemos que Sócrates era ágrafo, que Diógenes fue un falsificador de moneda,
que Nietzsche fue filólogo, poeta y psicólogo (como él mismo se llamaba) y que
Foucault prefería no ser llamado filósofo. La facultad de pensar no es
exclusiva de un gremio.
Necesitar de una "licencia para
pensar" expedida por la UNAM, no implica que los que no hayan sido
egresados de la facultad de filosofía no puedan absorber las grandes obras del
pensamiento universal y ejercer su criterio. Ni siquiera leer las obras en su
idioma original quiere decir que uno pueda estar por encima de todos. Aprender
griego y latín lo más atractivo para incursionar en la academia, pero no
determinante para ejercitar la filosofía. El propio Immanuel Kant no sabía
griego, y esto se descubre al leer sus obras. Pero Kant es Kant y los lectores
distan mucho de aportar una sola idea u opinión a la gran obra de Kant. Allí
está la labor de los nuevos filósofos: encontrar derroteros no explorados de la
reflexión, si no logran esto en vida, pueden tener las licencias que quieran de
las mejores universidades del mundo pero la posteridad no los recordará si no
aportan una sola idea que transforme el campo del pensamiento. Habrán vivido
como buenos lectores y críticos, pero nada más.
Al igual que las artes o la poesía, ser
filósofo se demuestra con hechos, con el filoso ariete de una simple pluma
sobre la hoja en blanco. "Facto, non
verba." Esto quiere decir que uno debe ejercitar el pensamiento y si
fuera posible aportar aunque sólo sea una idea jamás antes exhibida. Además de
una actitud socrática de no pretender creer que se sabe más allá del hecho de
ser un ignorante.
Van Gogh, Cendrars, Rulfo, Satie, no
fueron artistas de academia pero revolucionaron el arte. La filosofía es tan maravillosa
como el arte y la poesía, que decir que se necesita de una licencia para ser
filósofo o para ejercer el pensamiento y la palabra es tan ridículo como decir
que se necesita una licencia para ser poeta, músico o pintor. Son campos de la
expresión meramente humana y del conocimiento, materias de las humanidades tan
especializadas que una licencia para filosofar de entrada parece una broma.
Entendamos que la formación académica ayuda para iniciar, pero no es
determinante para continuar o concluir una trayectoria de filósofo. Esto, al
igual que la poesía y el arte, se demuestra con la propia obra y con una
entereza de actos. Michel de Montaigne estudió leyes, Wittgenstein estudió
ingeniería aeronáutica, Claude Lévi-Strauss fue un antropólogo y etnólogo, y de
paso también filósofo. La filosofía es el profundo ejercicio del pensamiento en
todos sus campos.
En filosofía una cédula de la facultad no
implica ser parte de un club donde las palabras clasificatorias de ciertos
grupos intelectuales distingan a un "gremio" como si fueran
agraciados por las deidades del Olimpo. Más bien, utilizar términos
separatistas y snob denigraría
evidentemente su calidad de ser filósofos y su acervo lingüístico, los cinco
años que debieron estudiar en la facultad para recibir su título se verían
fuertemente cuestionados por lo que exteriorizan verbalmente. A un amigo
cercano, doctorado en la UNAM en el área de filosofía, con más de 60 libros
publicados, multipremiado y honrado con distinciones honoris causa, Enrique
González Rojo Arthur, jamás le he escuchado expresiones elitistas para
distinguir a los filósofos de los mortales. Es más, ni siquiera a los
estudiantes de filosofía amigos míos les he oído términos exclusivistas. Se
requiere de mucha humildad para ejercer la filosofía. Esto se sabe desde
Sócrates y es la primera lección que debe aprender un filósofo.
Evitemos caer en la credulidad del
sabiondo. Estoy de acuerdo que abordar el conocimiento desde la filosofía es
algo muy serio y requiere de mucha fortaleza y dedicación, de mucha constancia
y amor. Me gustaría citar a uno de mis favoritos, a Blaise Pascal, quien fue
matemático y físico antes que filósofo, un polímata
(un polímata es un erudito de amplio espectro, una persona que sabe de todo y
en profundidad. Responde al ideal renacentista del homo universalis. Ramon Llull, Leonardo da Vinci o Isaac Newton se
ajustaban a este patrón). A los quince años por allá de 1640, Pascal inventó
una máquina calculadora. Fallece a los 39 años de edad. Fue un prodigio. Decía Blaise Pascal en sus Pensées: "Deux excès: exclure la raison , n' admettre que la raison."
(Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón). Ser filósofo
implica extrema prudencia con los conocimientos asimilados y el cómo se
exteriorizan para generar un cambio social.
Se sabe de muchos pensadores que dejaron
su ciencia matriz para dedicarse a la filosofía, pero no sé de ninguno que haya
desdeñado a la filosofía para dedicarse a las ciencias. Cuando me preguntan
“¿qué es la filosofía?” sin titubeos yo respondo: es el alfa y el omega del conocimiento.
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